viernes, marzo 21, 2014

FELIZ DIA POETAS

Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; Cuanto miren los ojos creado sea, Y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata, Estamos en el ciclo de los nervios, El músculo cuelga, Como recuerdo, en los museos; Mas no por eso tenemos menos fuerza: El vigor verdadero Reside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa ¡oh, Poetas! Hacedla florecer en el poema; Solo para vosotros Viven todas las cosas bajo el Sol. El Poeta es un pequeño Dios.
Vicente Huidobro (El espejo de agua, 1916)

jueves, marzo 20, 2014

Estudio evidencia precariedad en la que trabajan músicos en Chile y falta de políticas públicas adecuadas

El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) publicó recientemente un estudio denominado “El papel de las políticas públicas en las condiciones laborales de los músicos en Chile”, realizado por cuatro investigadores chilenos, donde se determina que la música como disciplina artística, pero también como fuente de trabajo, ha sufrido cierto abandono por parte de las políticas públicas chilenas, especialmente desde la dictadura. Según declara la socióloga y coautora del estudio Eileen Karmy, “la investigación surge a raíz de la paradoja existente entre el rápido crecimiento que ha tenido la industria de la música en los últimos años (tanto en Chile como en el resto del mundo) y la creciente pauperización de las condiciones laborales y sociales de los músicos en el país”.
Efectivamente, la situación de los músicos chilenos va de mal en peor: no existen normativas que regulen el trabajo artístico independiente que es el que prima entre estos profesionales; la mayoría no tiene sistemas de previsión en salud y jubilación; los sindicatos y gremios han perdido fuerza y no cuentan con la capacidad para exigir mejoras; y las políticas públicas se centran en la entrega de recursos mediante concurso público, sin una visión estratégica detrás. Uno de los puntos más críticos para los músicos chilenos es la falta de espacios de difusión, tanto en cuanto a escenarios como a medios de comunicación. Esto se enlaza con el reciente debate en torno al proyecto de ley que establece que un 20% de la música que se emite en radios sea chilena: “La aprobación de este proyecto de ley es fundamental para que los músicos puedan mejorar su situación laboral y es una medida que existe en muchos otros países, donde las cuotas son bastante más altas que un 20%” asegura Julieta Brodsky, antropóloga y coautora del estudio.
“Otras demandas centrales de los músicos es cobrar una especie de tributo a los espectáculos extranjeros, principalmente los masivos, para que se puedan financiar los gremios y sindicatos del sector. También se requiere que se incluya teloneros chilenos en los grandes conciertos que se realizan” declara Eileen Karmy. Por último, la investigación determina que es fundamental avanzar hacia una mayor valorización del arte en nuestra sociedad y especialmente del trabajo artístico, el que muchas veces no es visto como una actividad laboral sino como un hobbie por el que no se debiera cobrar. --------------------------------------El Ciudadano.

viernes, marzo 14, 2014

BALADA DE UN HOMBRE COMÚN

La nueva película de los hermanos Coen, “Inside Llewyn Davis”, transcurre durante una semana en la vida de un cantante folk de Nueva York. ---------------POR HORACIO BILBAO
Los hermanos Coen contaron que para Inside Llewyn Davis: Balada de un hombre común, su nueva película, se inspiraron en las memorias de Dave Van Ronk, una de las figuras del renacimiento del folk en los 60. Pero no dicen que Ronk tal vez fuera lo que Llewyn, su personaje, no puede ser. O quizá la comparación no tenga asidero, porque esta historia de superficie llana, se vuelve compleja, nostálgica y crítica para el mundillo de la cultura folk . Ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes, nominada en festivales, esparcida en los torrents, minimizada en los Oscars, donde apenas fue nominada a la mejor fotografía y al mejor sonido, se volvió tema de debate y análisis. Ocurre por la banda musical, que puede escucharse y debatirse en Youtube, algo que para el acotado mundo del folk, dónde imperan un puñado de nombres, ya es todo un logro. Se trata de los Coen. La película atraviesa una semana en la vida de un joven cantante de folk en la Nueva York de 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) lucha por ganarse la vida con lo que le gusta su voz y su guitarra. Lo demás es folk profundo y un sinfín de guiños para los amantes del género (y del cine).
Please Mr. Kennedy, un tema comercial que Llewyn graba junto a Jim (Justin Timberlake) para ganarse unos pesos vale de ejemplo. Lo escribieron el músico T. Burnett y Timberlake con la colaboración de los Coen. Burnet recordó en una entrevista que pensaron en Tom Lehrer, el gran autor americano de canciones satíricas. En 1965 él había producido Werner von Braun, una sátira sobre un despreocupado diseñador de cohetes en la Alemania nazi. Burnett y los Coen querían algo así. (Un tono de sátira, no un nazi) Y Ethan recordó versiones de “Please Mr. Kennedy, no me envíe a Vietnam”, temas populares en los sesenta. Mezclaron los cohetes de Lehrer y los soldados que no querían ir a la batalla y reciclaron un estribillo: que Kennedy no los envíe al espacio. Pensar que cada uno de los soundtracks de la película tiene un trasfondo similiar es exagerado, pero no tanto. En una escena Llewyn le canta a su padre enfermo “Shoals of Herrings”, un tema que compuso Ewan McColl en 1960, luego está “The death of Queen Jane”, balada que versiona la muerte de la joven reina inglesa en 1537. En la voz de Isaac, en la de Llewyn, los Coen arman un recorrido musical atrapante que por supuesto incluye a Van Ronk y que finaliza con la aparición de un joven Dylan sucediendo a Llewyn en el escenario. Ese recorrido es otra película dentro de la película. En un loop desde el Greenwich Village a Chicago la de Llewyn es una historia que choca contra los cánones del folk . Una carrera parodiada, graciosa o molesta incluso para los espectadores. Llewyn es un problema para él mismo casi tanto como para sus compañeros de reparto. Allí están para atestiguarlo, impecables, Timberlake y Caren Mulligan (Justin es toda una revelación) en una especie de trío en discordia. Sabemos quién pierde. Ya hablamos de los grandes momentos musicales, pero también están las grandes escenas, como el viaje “salvador” que Llewyn hace desde Nueva York a Chicago, compartiendo el auto y los gastos con John Goodman, que le habla del Chano Pozo, el tambor de Cuba, de las enseñanzas de santería que le transmitió el cubano, ladero den Dizzy Gillespie y de Charlie Parker. Le enrostra la cultura del jazz por sobre la del folk . Siendo el guatemalteco Isaac hijo de padre cubano, y siendo los Coen quienes dirigen la película, tal vez se trate de otro guiño. Luego está su encuentro en Chicago con Bud Grossman, un empresario que en aquellos días fue manager de Janis Joplin y Bob Dylan entre otros, y que aquí es magistralmente interpretado por F. Murray Abraham. Grossman lo invita a tocar, lo escucha, y parece que le gusta, pero cuando termina le da sus sugerencias, consejos de vida o muerte. Así como Barton Fink (1991) era el infierno del escritor, Llewyn es el infierno del músico, un músico atrapado por la ansiedad de una búsqueda que a veces parece absurda.
Y el título de la película, Inside Llewyn Davis , es el del álbum solista que el músico intenta vender sin suerte. Y esa suerte resulta de que los Coen no buscan que simpaticemos con el personaje. Da lo mismo que triunfe o fracase. Y no sabemos qué hará después de esta semana de vida, el tiempo real del filme. El personaje apenas negocia, de pragmático no tiene nada. Sólo zafa de su mala estrella cuando canta, porque después, se arrastra cual perdedor. ¿Les cabe ese mote a los artistas? ¿Se puede buscar el éxito? ¿Qué pasa con el talento, talento y esfuerzo son suficientes para “triunfar”? No hay respuestas a estas preguntas, pero si la película dice una cosa, la banda sonora dice otra. ----------------Para Revista Ñ

viernes, marzo 07, 2014

Los chilenos escuchamos lo que tres sellos transnacionales producen

por Edgardo Bruna
Desde hace más de un mes la Asociación de Radiodifusores de Chile, ARCHI, ha utilizado sus canales de comunicación para difundir una campaña agresiva y falsa, en contra del proyecto de ley que propone un 20% de música chilena en radios. En su mensaje la ARCHI quiere hacer creer que la iniciativa legislativa se trata de una imposición a los radioescuchas. Actualmente existe una alta concentración del mercado de la música a nivel mundial. Sólo tres sellos transnacionales poseen más del 70% del mercado mundial (Sony-BMG, Universal Music Group, Emi y Times-Warner). Estas compañías multinacionales ejercen gran presión para que las radioemisoras de todo el mundo programen su producción. En nuestro país, esto se hace evidente ya que casi el 70% de la música que se escucha corresponde justamente a la producida por estas tres transnacionales. Es decir, la obligatoriedad existe de facto.
Además de las consecuencias económicas para la sustentabilidad de la industria local y de nuestros músicos, esta concentración tiene sobre todo implicancias culturales, imponiéndose la cultura musical de ciertos mercados (el norteamericano principalmente) por sobre la gran diversidad de expresiones musicales que existen en el mundo. Esto afecta la identidad de un país, su autovaloración y las oportunidades de acceso a la diversidad cultural de la población. En este marco muchos países como Francia, Argentina, Uruguay, Australia, Canadá, Portugal, entre muchos otros, han establecido cuotas mínimas -partiendo en un 25%-, como una forma de contrarrestar las distorsiones del mercado mundial y apoyar los sellos independientes de su país. El proyecto en cuestión modifica la actual ley de fomento de la música nacional (19.928) garantizando un mínimo de 20% para ésta. Uno de los argumentos en contra de esta ley parte de un enorme error, cual es entender como música chilena sólo el folclore de nuestro país, lo que muestra lo poco que se conoce la diversidad de nuestra música. Ejemplo de este error fue el twitter del senador Jaime Quintana, quien consultado respecto de la razón del porqué votó en contra de la idea de legislar por el 20%, le dijo a un tuitero: “Si tanto te gustan Los Quincheros, cómprales su música”.
Al contrario de lo que piensa el senador, la música chilena no es sólo Los Quincheros, es también Víctor Jara, Luis Advis, Violeta Parra, Los Jaivas, Los Tetas, Congreso, Inti Illimani, el premio nacional Fernando García, Los Tres, La Ley, Los Bunkers, Francisca Valenzuela, Chico Trujillo, Verónica Villaroel, Cristina Gallardo Dumas, la Sonora Palacios y una lista infinita de músicos que cultivan el hip hop, el funk, el rock, el jazz y el heavy metal, además del folclore. Pero también la ley permitirá programar una sinfonía de Beethoven interpretada por la Orquesta de la Universidad de Chile o a Paloma San Basilio cantando con los Quillapayón, o Los Bunkers a Silvio Rodríguez. Como se puede ver, la música chilena es de una amplitud y una riqueza incommensurables, por lo que ninguna radio podría tener problemas para incorporar el 20% en su línea editorial. Es urgente que los senadores adquieran un compromiso real con el desarrollo cultural del país y se decidan a aprobar la idea de legislar esta normativa. Por Edgardo Bruna, presidente de la Unión Nacional de Artistas de Chile. para El Mostrador.