viernes, marzo 14, 2014

BALADA DE UN HOMBRE COMÚN

La nueva película de los hermanos Coen, “Inside Llewyn Davis”, transcurre durante una semana en la vida de un cantante folk de Nueva York. ---------------POR HORACIO BILBAO
Los hermanos Coen contaron que para Inside Llewyn Davis: Balada de un hombre común, su nueva película, se inspiraron en las memorias de Dave Van Ronk, una de las figuras del renacimiento del folk en los 60. Pero no dicen que Ronk tal vez fuera lo que Llewyn, su personaje, no puede ser. O quizá la comparación no tenga asidero, porque esta historia de superficie llana, se vuelve compleja, nostálgica y crítica para el mundillo de la cultura folk . Ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes, nominada en festivales, esparcida en los torrents, minimizada en los Oscars, donde apenas fue nominada a la mejor fotografía y al mejor sonido, se volvió tema de debate y análisis. Ocurre por la banda musical, que puede escucharse y debatirse en Youtube, algo que para el acotado mundo del folk, dónde imperan un puñado de nombres, ya es todo un logro. Se trata de los Coen. La película atraviesa una semana en la vida de un joven cantante de folk en la Nueva York de 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) lucha por ganarse la vida con lo que le gusta su voz y su guitarra. Lo demás es folk profundo y un sinfín de guiños para los amantes del género (y del cine).
Please Mr. Kennedy, un tema comercial que Llewyn graba junto a Jim (Justin Timberlake) para ganarse unos pesos vale de ejemplo. Lo escribieron el músico T. Burnett y Timberlake con la colaboración de los Coen. Burnet recordó en una entrevista que pensaron en Tom Lehrer, el gran autor americano de canciones satíricas. En 1965 él había producido Werner von Braun, una sátira sobre un despreocupado diseñador de cohetes en la Alemania nazi. Burnett y los Coen querían algo así. (Un tono de sátira, no un nazi) Y Ethan recordó versiones de “Please Mr. Kennedy, no me envíe a Vietnam”, temas populares en los sesenta. Mezclaron los cohetes de Lehrer y los soldados que no querían ir a la batalla y reciclaron un estribillo: que Kennedy no los envíe al espacio. Pensar que cada uno de los soundtracks de la película tiene un trasfondo similiar es exagerado, pero no tanto. En una escena Llewyn le canta a su padre enfermo “Shoals of Herrings”, un tema que compuso Ewan McColl en 1960, luego está “The death of Queen Jane”, balada que versiona la muerte de la joven reina inglesa en 1537. En la voz de Isaac, en la de Llewyn, los Coen arman un recorrido musical atrapante que por supuesto incluye a Van Ronk y que finaliza con la aparición de un joven Dylan sucediendo a Llewyn en el escenario. Ese recorrido es otra película dentro de la película. En un loop desde el Greenwich Village a Chicago la de Llewyn es una historia que choca contra los cánones del folk . Una carrera parodiada, graciosa o molesta incluso para los espectadores. Llewyn es un problema para él mismo casi tanto como para sus compañeros de reparto. Allí están para atestiguarlo, impecables, Timberlake y Caren Mulligan (Justin es toda una revelación) en una especie de trío en discordia. Sabemos quién pierde. Ya hablamos de los grandes momentos musicales, pero también están las grandes escenas, como el viaje “salvador” que Llewyn hace desde Nueva York a Chicago, compartiendo el auto y los gastos con John Goodman, que le habla del Chano Pozo, el tambor de Cuba, de las enseñanzas de santería que le transmitió el cubano, ladero den Dizzy Gillespie y de Charlie Parker. Le enrostra la cultura del jazz por sobre la del folk . Siendo el guatemalteco Isaac hijo de padre cubano, y siendo los Coen quienes dirigen la película, tal vez se trate de otro guiño. Luego está su encuentro en Chicago con Bud Grossman, un empresario que en aquellos días fue manager de Janis Joplin y Bob Dylan entre otros, y que aquí es magistralmente interpretado por F. Murray Abraham. Grossman lo invita a tocar, lo escucha, y parece que le gusta, pero cuando termina le da sus sugerencias, consejos de vida o muerte. Así como Barton Fink (1991) era el infierno del escritor, Llewyn es el infierno del músico, un músico atrapado por la ansiedad de una búsqueda que a veces parece absurda.
Y el título de la película, Inside Llewyn Davis , es el del álbum solista que el músico intenta vender sin suerte. Y esa suerte resulta de que los Coen no buscan que simpaticemos con el personaje. Da lo mismo que triunfe o fracase. Y no sabemos qué hará después de esta semana de vida, el tiempo real del filme. El personaje apenas negocia, de pragmático no tiene nada. Sólo zafa de su mala estrella cuando canta, porque después, se arrastra cual perdedor. ¿Les cabe ese mote a los artistas? ¿Se puede buscar el éxito? ¿Qué pasa con el talento, talento y esfuerzo son suficientes para “triunfar”? No hay respuestas a estas preguntas, pero si la película dice una cosa, la banda sonora dice otra. ----------------Para Revista Ñ