martes, agosto 14, 2012

NICHOLAS LENS O LA MUSICA MAGICA

Nicholas Lens es un autor contemporáneo belga, compositor y director. Nació en Ypres, el pequeño pero legendario pueblo primera guerra mundial, cerca de la frontera francesa en Bélgica. Comenzó a estudiar violín con su padrino cuando tenía cinco años. Una vez cuando estaba jugando de forma muy entusiasta durante las clases, su arco tocó, por casualidad, al director de la academia local en uno de sus órganos vitales. Así que la carrera con el violin del pequeño Nicolás terminó cuando él tenía diez años. Su primera aparición en televisión fue como trompetista cuando tenía once años. Se le preguntó a tocar "The Last Post" en una ceremonia oficial en un cementerio de guerra británicos y estadounidenses. Nicolás llevaba pantalones cortos y hacía un frío. Los miembros del equipo de televisión le ofreció un poco de brandy. La versión de "The Last Post" que había desempeñado durante la ceremonia en la trompeta nunca más se supo antes.
Más tarde, mientras estudiaba en el Conservatorio Real de Música de Bruselas, que empezó a componer profesionalmente para proyectos de teatro, cine y televisión. Mientras que él era un miembro de la Orquesta Nacional de Bélgica, el conductor Mendi Rodan le ofreció un contrato como contrabajista en la Sinfonietta de Israel en Beersheeva, Israel. Tenía que tomar una decisión importante entre la carrera de un músico profesional y las condiciones de vida incierta de un compositor autodidacta. Él hizo su elección. Mientras tanto, fue capturado por el virus de trotamundos. Inspirado por esta nueva pasión,la aventura de viaje, comenzó a crear un musical-y, recientemente, así como una obra visual del laberinto de imágenes recogidas en su mente. Nicholas Lens vive en Bruselas, con su hija de 12 años de edad Clara-Lane
Para mi gusto de su obra maestra...FLAMMA FLAMMA : Aquí va la letra de Sumus Vicinae y disfruten esta música diferente..... Sumus vicinae Nicholas Lens---------------------- "Sumus vicinae Pulcherrime iacet Quasi dormiens Ubi vinum libatur Vae viduae Vae pupillis Clunes tuas move mulier Hic sedeo ego Date mihi vinum Vae viduae Vae pupillis Videtelinteum obsoletum Catula etiam Anulum ei Et dentem aureum eriplit Vae viduae Vae pupillis Videte morsum amantis In collo scorti prisci Ea suave olet Ille putere incipit Vae viduae Vae pupillis" 

sábado, agosto 11, 2012

BON IVER...LA BUENA HISTORIA DE JUSTIN VERNON

Justin Vernon estaba solo. Sin banda. Sin sonido. Sin reglas. Sin nadie a quien tuviese que decirle nada. En aquella cabaña en un bosque de Wisconsin se dejó abducir por unos DVDs con la teleserie “Doctor en Alaska”. En uno de los capítulos, los habitantes del pequeño pueblo de Cicely celebraban la primera nevada del año saliendo a la plaza principal. En el ritual se abrazaban, se besaban y se deseaban todos un buen invierno. Esa fue la epifanía. Justin no pensaba hacer música durante aquel exilio voluntario pero le fue brotando inevitablemente. Su nuevo proyecto se llamaría –traducido de un modo peculiar del francés– así: Buen Invierno. Bon Iver. COSAS QUE SE ROMPEN Justin Vernon opina que el mundo necesita una gran revolución de amor. Un acontecimiento masivo en el que la gente exprese de forma más natural sus sentimientos. Suena a cantinela hippy, sí, pero sus discos vienen a hacer creíbles sus palabras. “Ese álbum no era sobre una mujer, sino sobre seis años de antiguas relaciones y de dolor que continuó creciendo. Ninguna de ellas se llamaba Emma” (Justin Vernon) Y aquí volvemos a aquel invierno definitivo que, en realidad, comenzó en verano de 2006. Justin Vernon era un hombre roto. Por todas partes. Acababa de disolver su grupo, DeYarmond Edison, una formación de folk-rock creada junto a varios amigos de su localidad, Eau Claire (Wisconsin). Llevaban en activo desde 2002 y habían editado dos álbumes. Él se sentía frustrado y no sabía por qué. Estaba totalmente perdido, mientras que sus compañeros de grupo se encontraban realmente seguros de la música que querían hacer. La insatisfacción de Justin provocó que ellos se mostrasen insatisfechos con esa insatisfacción. Justin decidió dejarlo, y el resto de miembros restantes, Brad y Phil Cook y Joe Westerlund, formaron Megafaun. La otra ruptura, aún más importante, fue con su novia, con quien convivía en Raleigh (Carolina del Norte). Y hubo otra tercera, con su salud, al sufrir una mononucleosis que tardó en curar más de lo esperado. Justin Vernon necesitaba comenzar desde cero, y decidió hacerlo en un lugar frío después de pasar un tiempo viviendo en casa de su amigo Kelly Crisp, del grupo The Rosebuds, a quien había ayudado a grabar su álbum “Night Of The Furies” (2007). Meses después, le envió una carta de agradecimiento. En la firma, junto a su nombre, ponía “Buen invierno”.
AISLAMIENTO Durante tres meses, Justin Vernon se aisló del mundo en una cabaña perteneciente a su padre y, sin pretenderlo, se puso a cantar en falsete, a descubrir una nueva voz en él, a improvisar composiciones con la guitarra, y le salió un disco. La Emma de “For Emma, Forever Ago” (Jagjaguwar-4AD, 2008) no es la chica que le acababa de dar puerta. En realidad, no existe del todo. Sin haberlo dejado nunca muy claro, podría ser una amiga imaginaria con la que conversa. “Ese álbum no era sobre una mujer –confesó recientemente–, sino sobre seis años de antiguas relaciones y de dolor que continuó creciendo. Ninguna de ellas se llamaba Emma”. Pero las historias de ruptura emocional, decisiones drásticas, exorcismos de sentimientos y redención tienen algo de irresistible. Luego volveremos a ello. EL MUNDO ABRAZA LA CATARSIS DEL HOMBRE AISLADO Justin Vernon definió su primer álbum como la experiencia más catártica de toda su vida. Lo grabó a los 26 años e, inicialmente, lo autoeditó en CD-R. Meses después, decidió hacerlo el sello Jagjaguwar. La crítica se abrió de brazos y piernas. Estaba naciendo un nuevo ídolo en un entorno indie vorazmente necesitado de ellos. Lo pudimos comprobar el 31 de mayo de 2008 en el Primavera Sound, en el Auditori del Fòrum, a la hora del café, en el que ha sido hasta ahora su único concierto en España. Con un formato trío íntimo (acompañado de un batería y un segundo guitarra), Bon Iver sedujo sentado y comunicó con una elegante calidez esa idea del abrazo invernal. Le gusta decir que no quiere ser el tipo aburrido con la guitarra acústica que canta canciones para que los demás escuchen, que quiere ir más allá. Que la gente se implique y las cante porque se necesita una especie de confrontación interior colectiva. Lo consiguió en la interpretación de “The Wolves”, cuando el público coreó con él suavemente el mantra final: “What might have been lost”. “For Emma, Forever Ago” ha vendido más de trescientas mil copias en todo el mundo. Rockdelux lo eligió el número 51 en la lista de mejores álbumes internacionales de la década de 2000.
LOS AÑOS DE EN MEDIO “En una metáfora que a Vernon le encanta utilizar, del blanco y negro estaba pasando al color. Y su voz es transformada por el Auto-Tune en un recurso que, para un tipo como él, proveniente de la escena folk-rock, se podría considerar un verdadero sacrilegio. Pero el Auto-Tune, casi tanto como la cabaña aquella de Wisconsin, iba a volver a cambiar su vida” (David Saavedra) Podía ser lógico el escepticismo. Un álbum aislado, alumbrado en unas circunstancias muy concretas, que tenía todas las cartas para quedarse simplemente en eso. Pero ya en sus conciertos y sus declaraciones de 2008 se intuía, pese a la imagen de humildad subyacente, una ambición: Justin Vernon en realidad acababa de reinventar un papel en la música que había iniciado tímidamente una década atrás. No era un accidente, era el comienzo de algo que tenía que volverse más grande. Se le llenó la boca hablando de su voluntad de componer bandas sonoras, aunque solo lo consiguió en una pequeña medida: acabaría haciendo un tema junto a St. Vincent (“Roslyn”) para la película “Luna nueva”, de la saga “Crepúsculo” (Chris Weitz, 2009). En realidad, se convirtió en una figura omnipresente dispuesta a colaborar por doquier. Cedió un tema nuevo, “Brackett, WI” –ya se anticipaba a sus títulos con nombres de lugares– para el recopilatorio benéfico “Dark Was The Night” (2009) y participó en el homenaje “Broken Hearts & Dirty Windows. Songs Of John Prine” (2010). Su nombre también aparece en los créditos de los álbumes editados en la época por Anais Mitchell, All Tiny Creatures y Lia Ices, además del debut de su inseparable batería y teclista, Sean Carey, y del “High Violet”, de The National (2010). Se involucró con fuerza en los grupos paralelos Volcano Choir (en realidad, creado originalmente en 2005, pero que no vio la luz hasta 2009 con “Unmap”) y Gayngs (editando “Relayted” en 2010, donde se reencontraba con sus ex compañeros de DeYarmond Edison, junto a otros músicos de su entorno, como The Rosebuds). Pero su verdadero potencial futuro aparecería en “Blood Bank”, su EP intermedio editado en enero de 2009. El tema titular era un descarte del primer álbum. La portada se veía cubierta de nieve, pero sus cuatro temas marcaban un cambio de estación: parecía que se aproximaba la primavera. En una metáfora que a Vernon le encanta utilizar, del blanco y negro estaba pasando al color. Y no solo eso: el tema final es la clave, “Woods”, donde su voz es transformada por el Auto-Tune en un recurso que, para un tipo como él, proveniente de la escena folk-rock, se podría considerar un sacrilegio. Pero el Auto-Tune, casi tanto como la cabaña aquella de Wisconsin, iba a volver a cambiar su vida.
FANTASÍAS RETORCIDAS (Y BRILLANTES) Aquí es cuando entra en escena Kanye West. El rapero sabía que tenía entre manos el disco de su vida, y quería que Bon Iver estuviese presente. Le gustaba Bon Iver. En un principio, estuvo dispuesto a volar a Wisconsin para trabajar con él. Luego cambió de idea: en Wisconsin, opinaba Kanye, hacía un frío de cojones. ¿Por qué no se bajaba él a Honolulu, Hawái, donde iba a comenzar las primeras sesiones de “My Dark Twisted Fantasy” en las navidades de 2009? El hombre del Buen Invierno aceptó y, de repente, se encontró alternando en el estudio con figuras como West, Jay-Z o Nicki Minaj. Para Vernon, a quien le gusta vivir tranquilamente en Eau Claire (que tiene poco más de sesenta mil habitantes) y que, con su barba y su camisa de cuadros, parece abonado a una idea de la humildad y la autenticidad poco dada a los aspavientos, debió ser un choque frontal el encontrarse trabajando en armonía y colegueo con los mayores egos del planeta pop. De hecho, ellos intentaron convencerle de que tanta modestia no molaba. No lo consiguieron del todo, pero en el rutilante concierto de Kanye en la última edición del festival de Coachella, Justin apareció cantando de pie en una plataforma, vestido completamente de blanco, mientras decenas de bailarinas secundaban al rapero en el escenario. “A Kathleen simplemente por existir, simplemente por quererme y por traerme la mayor paz que he sentido en mi vida” (Justin Vernon) Kanye decidió samplear la voz autotuneada de “Woods” en “Lost In The World”, la que considera pieza central en el argumento de “My Dark Twisted Fantasy” (recordemos, mejor álbum de 2010 para Rockdelux). Además, Justin aparece acreditado como coautor y Bon Iver como featuring, en uno de los grandes hits del álbum, “Monster”. Nuestro antihéroe acababa de entrar por la puerta grande en la actual aristocracia pop. Y no solo eso. Hay quien atribuye a las lecciones de seductor de West el hecho de que Justin Vernon consiguiese robarle el corazón a una de sus figuras musicales más admiradas. Él estaba obsesionado con la cantautora canadiense Kathleen Edwards, cuyo álbum “Failer” (2003), dice, fue fundamental en su vida. Actualmente es su pareja, y él está produciendo su próximo trabajo. En el segundo largo de Bon Iver, reserva estas palabras para ella en las notas de agradecimiento: “A Kathleen simplemente por existir, simplemente por quererme y por traerme la mayor paz que he sentido en mi vida”. Las noticias más recientes también hacen referencia a una posible reconciliación de DeYarmond Edison para grabar material nuevo. El círculo se ha cerrado. Ha vuelto el verano.
COLORES ADULTOS En 2010, Peter Gabriel editó “Scratch My Back”, un álbum de versiones en el que, acompañado de una orquesta sinfónica, interpretaba algunos de los temas, pasados o recientes, que más le habían marcado. Entre ellos se encontraba “Flume”, de Bon Iver. Dentro del proyecto, el británico invitó a todos los versionados a que hiciesen lo propio con un tema de su repertorio. Vernon le correspondió grabando “Come Talk To Me”. Probablemente, la del ex Genesis sea la influencia más visible (y también reconocida) en “Bon Iver, Bon Iver” (Jagjaguwar-4AD-¡Pop Stock!, 2011), un ambicioso segundo álbum en el que la paleta de colores y sonoridades, en un claro ejercicio de hórror vacui, se ha sofisticado tanto como la hermosa portada hecha expresamente para el disco por el pintor Gregory Euclide. No suele ser habitual hablar de influencias externas de otros músicos en una obra anteriormente tan marcada por el aislamiento como la de Bon Iver. Él confiesa que, evidentemente, las tiene, pero prefiere centrarse en el contexto emocional, en la búsqueda de esa cualidad. No se trata de categorizar referencias y juntarlas de un modo que sea interesante. Y, sin embargo, ahora las pone de manifiesto con más claridad que nunca. En la cara B de su primer single, “Calgary”, incluye dos versiones de Bonnie Raitt (“I Can’t Make You Love Me” y “Nick Of Time”), a la que considera la más grande cantante norteamericana y la más infravalorada guitarrista. Este papel de reivindicación de figuras del rock adulto se completa con constantes citas a Bruce Hornsby o Leon Russell (a quien está versionando en algunos directos, además de a la Raitt). Vernon, que acaba de cumplir 30 años, parece haber asumido ahora un papel de reivindicar a sus mayores de un modo, además, que se puede considerar casi provocador dentro de la escena que lo ha aupado hacia el estrellato. Su posición ya se lo permite.
UN NUEVO ESCENARIO Entre “For Emma, Forever Ago” y “Bon Iver, Bon Iver” ha cambiado prácticamente todo: el entorno, la esencia, incluso diría que las intenciones. La recurrente historia iniciática se ha trocado ahora en un ambiente de normalidad casi familiar. Justin se ha dedicado en los últimos años a construir junto a su hermano un estudio en Eau Claire (llamado April Base) en lo que era la piscina interior de una antigua clínica veterinaria. Ahí ya grabó los discos de Volcano Choir y Gayngs, y quiere darle un uso intensivo produciendo a bandas. El proceso de elaboración de este segundo álbum comenzó ya en 2008. Una de las primeras necesidades que percibió fue la de cambiar su voz. No la voz con la que canta (el falsete, de hecho, es más marcado, más “lo amas o lo odias”), sino su papel al mando del proyecto. Todos seguimos pensando que Justin Vernon es Bon Iver, pero él quiso entregar esta vez su disco a una colectividad de músicos e incluso permitir que ellos cambiasen toda la escenografía sonora. Su banda en directo la forman ahora nueve personas, prácticamente las mismas que han intervenido en el álbum, entre las que destaca el saxofonista Colin Stetson (colaborador de TV On The Radio y Arcade Fire, entre otros).
UN NUEVO MÉTODO En diferentes entrevistas, el de Wisconsin ha sugerido la aparición de una cierta crisis creativa como acicate para su cambio de método. La famosa teoría de la felicidad como asesina de la inspiración. Sintió que ya no tenía la necesidad de decir nada, pero eso le otorgó una nueva libertad que no había tenido antes. Ya no le encontraba sentido a componer con su guitarra, ni siquiera como en la etapa de DeYarmond Edison, en la que se inspiraba en Bruce Springsteen y Neil Young. Ya no había canciones ocultas tras los acordes de guitarra. Lo había perdido. Aquello, como fuera que se llamara. “Sé por qué la gente tuvo esa reacción con respecto a la historia que rodeaba el primer álbum. Es un gran relato, una metáfora en la que queremos creer. Te sucede algo malo, huyes hacia algún lugar remoto y regresas con tu vida cambiada” (Justin Vernon) Se encerró en el estudio, jugó con las guitarras eléctricas, los amplificadores y los micrófonos hasta que los sonidos empezaron a cantarle las canciones que él quería oír. Todo fue tomando forma así, paulatinamente, en capas, construyendo ambientes. Un triunfo para Vernon, que rompió de esa manera con la inevitable presión que le había caído tras el éxito de su debut: no necesitaba volver a estar triste y solo para componer. No necesitaba repetirse. Tenía el tiempo y el espacio para hacer el álbum que siempre quiso hacer. Se sentía feliz y todo salió como deseaba. Disfrutó mucho más el proceso. Y, encima, a nivel de críticas y ventas, los resultados han sido incluso más positivos. 104.000 copias despachadas en una semana. Número 2 en ventas en Estados Unidos, número 4 en Reino Unido, número 1 en Noruega y Dinamarca. Una media de 8.6 en las puntuaciones de la web Metacritic.
UN NUEVO MISTERIO En cuanto a concepto, el segundo álbum aporta un nivel diferente de misterio. Titula cada canción con el nombre de un lugar, pero son localizaciones imaginadas, no reales. Si el argumento de “For Emma, Forever Ago” giraba en torno a una sucesión de hechos, la de “Bon Iver, Bon Iver” es una narrativa de lugares mentales o emocionales en los que se ambientan canciones de significado abierto. Dos pistas lanzadas por él: “Perth”, el primer tema que compuso para el álbum, se le ocurrió tras compartir cierto tiempo con un realizador de videoclips cuyo mejor amigo acababa de morir. Su mejor amigo era el actor Heath Ledger y provenía de la ciudad australiana de Perth. Para Vernon, Perth se convirtió en un símbolo de aislamiento que además rimaba con “birth” (nacimiento), el comienzo de un nuevo álbum. Otro tema, “Calgary”, gira en torno a lo desconocido, a lo futuro y a dejar que el amor entre en tu vida. Como una canción de boda para alguien a quien aún no has conocido. Como la premonición de que, tras toda la mierda sentimental pasada, iba a conocer de nuevo a alguien especial. Calgary, ciudad canadiense, se le apareció como un lugar alegórico. Y, como una profecía autocumplida, poco después de terminar la canción, conoció a la canadiense Kathleen Edwards y el amor surgió.
PUBLICA LA LEYENDA Hace unos meses, Vernon declaraba a ‘The Scotsman’: “Sé por qué la gente tuvo esa reacción con respecto a la historia que rodeaba el primer álbum. Es un gran relato, una metáfora en la que queremos creer. Te sucede algo malo, huyes hacia algún lugar remoto y regresas con tu vida cambiada”. Feliz invierno a todos. (extracto publicado por rockdeluxe 2011) .

jueves, agosto 09, 2012

¿QUE FUÉ DE LOS CANTAUTORES?


¿Que fué de lo cantautores ? nos pregunta o mas bien se pregunta el gran Luis Pastor....cantautor español que nos pega en las narices con una reflexión tan directa como urgente....¿Estamos siendo útiles los cantautores?, ¿Estamos dando el tono ?, ¿Estamos respondiendo de acuerdo a las circunstancias ? y ¿Somos reponsables ante los sueños, utopías y cambios ? 



Éramos tan libertarios,
casi revolucionarios,
ingenuos como valientes,
barbilampiños sonrientes
—lo mejor de cada casa—
oveja negra que pasa
de seguir la tradición
balando a contracorriente
de la isla al continente
de la nueva canción.

Éramos buena gente,
paletos e inteligentes,
barbudos estrafalarios,
obreros, chicos de barrio,
vanguardia del proletario,
progres universitarios,
soñando en una canción
y viviendo la utopía
convencidos de que un día
vendría la Revolución.

Aprendiendo a compartir
la vida en una sonrisa,
el cielo en una caricia,
el beso en un calentón.

Abriendo la noche de día
fuimos sembrando canciones
y en esta tierra baldía
floreció la poesía
y llenamos los estadios
y en muchas fiestas de barrio
sonó nuestra melodía.

Tardes y noches de gloria
que cambiaron nuestra historia.
Y este país de catetos,
fascistas de pelo en pecho,
curas y monjas serviles,
grises y guardias civiles,
funcionarios con bigote
y chusqueros con galón,
al servicio de una casta
que controlaban tu pasta
tu mente y tu corazón.

Patriotas de bandera,
españoles de primera,
de la España verdadera
aquella tan noble y fiera
que a otra media asesinó
brazo en alto y cara al sol
leales al Movimiento
a la altura y al talento
del pequeño dictador
que fue Caudillo de España
por obra y gracia de Dios.

Toreando en plaza ajena
todo cambió de repente
los políticos al frente
de comparsa y trovador.
Se cambiaron las verdades:
"tanto vendes tanto vales".
Y llegó la transición:
la democracia es la pera.
Cantautor a tus trincheras
con coronas de laureles
y distintivos de amor
pero no des más la lata
que tu verso no arrebata
y tu tiempo ya pasó.

¿Qué fue de los cantautores?
preguntan con aire extraño
cada cuatro o cinco años
despistados periodistas
que nos perdieron la pista
y enterraron nuestra voz.
Y así vamos para treinta
con la pregunta de marras
tocándonos los cojones.
Me tomen nota señores
que no lo repito más:

algunos son directores,
diputados, presidentes,
concejales, profesores,
mánagers y productores
o ejerciendo asesoría
en la Sociedad de Autores.
Otros están y no cantan,
otros cantan y no están.
Los hay que se retiraron,
algunos que ya murieron
y otros que están por nacer.

Jóvenes que son ahora
también universitarios,
obreros, chicos de barrio
que recorren la ciudad.
Un CD debajo el brazo,
la guitarra en bandolera,
diez euros en la cartera,
cantando de bar en bar.
O esos raperos poetas
que es su panfletos denuncian
otra realidad social.

¿Y mujeres? ni se sabe.
Y sobre todo si hablamos
de las primeras gloriosas
que tuvieron los ovarios
y el coraje necesarios
de subirse a un escenario
de aquella España casposa.

¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
como en mis tiempos mejores
dando al cante que es lo mío.
Y aunque en invierno haga frío
me queda la primavera,
un abril para la espera
y un grandola en el corazón.

¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
aún vivito y coleando
y en estos versos cantando
nuestras verdades de ayer
que salpican el presente
y la mierda pestilente
que trepa por nuestros pies.

¿Qué fue de los cantautores?
De los muchos que empezamos,
de los pocos que quedamos,
de los que no se vendieron,
de los que no claudicaron,
de los que aún resistimos:
aquí estamos.
Cada uno en sus trincheras
haciendo de la poesía
nuestro pan de cada día.

Siete vidas tiene el gato
aunque no cace ratones.
Hay cantautor para rato.
Cantautor a tus canciones.
Zapatero a tus zapatos.


                                       de Luis Pastor.

martes, agosto 07, 2012

ZAZ..........de Francia

Isabelle Geffroy (nacida el 1 de mayo de 1980 en Tours, Francia), más conocida por su nombre artístico Zaz, es una cantante francesa que fusiona el jazz, la música francesa, el soul y la música acústica. Se hizo famosa con su canción "Je veux", tema de su primer álbum, Zaz, que fue lanzado al mercado el 10 de mayo del 2010. En 2001, comenzó su carrera musical como cantante en el grupo de blues "Fifty Fingers". Cantó con otros grupos en Angoulême, particularmente, formó parte de un quinteto de jazz. Fue una de los cuatro cantantes de Izar-Adatz (que en vasco significa "Estrella Fugaz"), un grupo formado por dieciséis integrantes con los que estuvo de gira dos años en la zona Mediodía-Pirineos y en el País Vasco. Ha trabajado como corista para grabaciones de estudio en Toulouse y ha colaborado con muchos cantantes como Maeso, Art Mengo, Vladimir Max, Jean-Pierre Mader y Serge Guerao. En mayo de 2010 la revista francesa Telerama anunció: "Han surgido rumores estas semanas: Zaz tiene una voz sagrada y será la revelación del verano". El 10 de mayo del 2010, Zaz lanzó su primer álbum al mercado. Contiene temas compuestos por ella misma ("Trop sensible") y otros co-compuestos ("Les passants", "Le long de la route", "Prends garde à ta langue", "J'aime à nouveau", "Ni oui ni non"). El álbum ha sido producido por Kerredine Soltani con la discográfica "Play On", quien ha escrito y compuesto el éxito "Je veux". El cantante pop Raphaël Haroche ha compuesto las canciones "Éblouie par la nuit", "Port Coton" y "La fée". En 2010 firmó un contrato para su gira con Caramba y Sony ATV. Ha tenido varias apariciones en televisión (en programas como Taratata o Chabada) y en radio.
Después estuvo de gira en Francia (París, La Rochelle, Montauban, Saint-Ouen, Chateauroux, Landerneau, Fécamp...), dio un concierto en el Francofolies de Montreal (Canadá), en Monthey (Suiza), Bruselas, Berlín, Milán, etc. En otoño encabezó las listas de ventas en Bélgica, Suiza y Austria. Matthieu Baligand, su mánager y productor en Caramba Entertainment, hizo las siguientes declaraciones a Liberation: "Se está hablando mucho sobre ella ahora y la gente está esperando para verla... A pesar de la demanda, parece preferible que su primera gira se haga en cincuenta lugares pequeños en los que pueda tener una actuación creíble... Zaz es una artista popular e intuitiva, que conoce bien la música y que sabe cantar, pero hacer actuaciones de calidad es otra historia (...)." En noviembre de 2010, su álbum debut Zaz llegó a ser disco doble platino. Además recibió el premio Canción Revelación" de la Academia Charles-Cros. Zaz también ha recibido el Premio European Border Breaker Awards por ser la artista francesa más escuchada fuera de Francia en 2010. De acuerdo a una encuesta que publicó L'Internaute, Zaz fue la cantante francesa más popular del ranking de 2010. En 2011, se unió al conjunto benéfico Les Enfoirés. fuente:http://gps-sonoro.blogspot.com

lunes, agosto 06, 2012

EL HOMBRE QUE CONTABA HISTORIAS

OSCAR WILDE. Había una vez un hombre muy querido de su pueblo porque contaba historias. Todas las mañanas salía del pueblo y, cuando volvía por las noches, todos los trabajadores del pueblo, tras haber bregado todo el día, se reunían a su alrededor y le decían: -Vamos, cuenta, ¿qué has visto hoy? Él explicaba: -He visto en el bosque a un fauno que tenía una flauta y que obligaba a danzar a un corro de silvanos. -Sigue contando, ¿qué más has visto? -decían los hombres. -Al llegar a la orilla del mar he visto, al filo de las olas, a tres sirenas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro. Y los hombres lo apreciaban porque les contaba historias. Una mañana dejó su pueblo, como todas las mañanas... Mas al llegar a la orilla del mar, he aquí que vio a tres sirenas, tres sirenas que, al filo de las olas, peinaban sus cabellos verdes con un peine de oro. Y, como continuara su paseo, en llegando cerca del bosque, vio a un fauno que tañía su flauta y a un corro de silvanos... Aquella noche, cuando regresó a su pueblo y, como los otros días, le preguntaron: -Vamos, cuenta: ¿qué has visto? Él respondió: -No he visto nada.

sábado, julio 07, 2012

DEVENDRA BANHART....EL ALQUIMISTA

Devendra Banhart (n. 30 de mayo de 1981) es un músico estadounidense criado en Caracas (Venezuela), desde 1983 a 1996. En 1998 comienza a estudiar en el San Francisco Art Institute. En el año 2000, decepcionado de sus obligaciones académicas y las restricciones del medio, abandona la escuela de arte y se muda a París, Francia. Sus primeras grabaciones fueron hechas en un equipo grabador de cuatro pistas (four-tracks) y un contestador telefónico. En este país es descubierto por el dueño de un local, quien de inmediato lo escoge para tocar en su show de indie rock. En otoño del mismo año vuelve a Estados Unidos comenzando su deambular artístico, alternando entre San Francisco y Los Ángeles, tocando en diversos lugares. Un día mientras efectuaba una prueba de sonido, en un concierto en los suburbios de Los Ángeles, casualmente lo escucha Siobhan Duffy, conocedora de los géneros musicales bluegrass y folk, además de ser una amiga de Michael Gira, quien fuese uno de los líderes del Gloom Rock de Nueva York y dueño actual de Young God Records. Devendra Banhart obsequió un disco con sus canciones a Duffy, y ésta sorprendida por su descubrimiento le envío el disco a Gira, quien tuvo la misma reacción. Los primeros discos de Devendra fueron lanzados por el sello Young God Records de Nueva York. Su último álbum fue lanzado por XL Recordings. La banda completa que acompaña a Banhart en sus grabaciones y conciertos se hace llama Power Mineral (entre otros nombres) y está compuesta por Andy Cabic, Otto Hauser, Nick Castro, Kevin Barker, Noah Georgeson, Luckey Remington, y Pete Newsom. Devendra Banhart también es miembro temporal del grupo Vetiver.
En la música de Banhart se encuentran estilos híbridos como el Psych Folk, New Weird America, Freak Folk, entre otros. Estilos que pasan de fusiones a reducciones de Folk, Bluegrass, Rock psicodélico, Latina,LO-FI, y la llamada reactualización Trovadoresca. El músico melómano, apunta y describe la elipsis de su realidad relativamente aceptada. Devendra Banhart surge en el año 2002 como plena manifestación decadentista-postmoderna que fluctúa globalizada por series de intertextos que se transgreden y conectan: Naif, Bucolismo, Naturalismo, Misticismo, entre otros. Retrae la imaginería mística del periodo Hippie, desde una nueva perspectiva, bajo un nuevo contexto. Canta desde Occidente, una voz que hace ínfulas ligeramente mestizas, pero no al mestizaje de la alteridad tercermundista sino a un mestizaje globalmente universal. Banhart es a menudo comparado con artistas tan diversos como Marc Bolan, Daniel Johnston, Billie Holiday, Syd Barrett, Manu Chao, Atahualpa Yupanqui, Nick Drake y Travis MacRae.
En muchas entrevistas el mismo Banhart ha citado infinidad de veces la importante influencia de músicos provenientes del Brasil de finales de los 1960 y principios de los 1970, tales como Caetano Veloso y demás miembros del movimiento conocido como Tropicalismo. La música de Devendra Banhart se caracteriza por el uso de simples melodías de guitarra con un acompañamiento mínimo de otros instrumentos. Sus letras son generalmente surrealistas y naturalistas. Existen en su continencia lírica un sinnúmero de referencias hacia escenas búcolicas, mantras y escenas populares. Todas depuradas por una ambigüedad, que va de la ingenuidad neohippie a la ironía postmoderna.
En una entrevista Banhart declaró sobre su relación con Latinoamérica de la siguiente manera: “Después de la aparición de mi primer disco, cuando me preguntaban mi opinión sobre Venezuela respondía que era un país corrupto, que el gobierno era una mierda, que no me gustaban Carlos Andrés Pérez ni Hugo Chávez, que es peligroso y que no tiene cultura. Pero mi valoración tuvo un giro cuando una amiga mía, Matteah Baim, que es una escritora buenísima y tiene un grupo llamado The Metallic Falcons junto con Sierra de CocoRosie, me dio hace tres años un CD con las tonadas de Simón Díaz. Tras escucharlo, mi relación con Venezuela e incluso con Sudamérica cambió. Descubrí la magia, la poesía y la cultura que existe ahí. Extractado de...buenamusica.com

jueves, julio 05, 2012

MAS DE 50 AÑOS DE TV...SIN MÚSICA CHILENA

A proposito de la muerte del gran Nelson Schewnke, el connotado bajista Jorge Campos declaraba en su cuenta de Facebook, la rabia de ver a la TV interesada en un musico chileno solo al momento de su muerte, despues de haberle dado la espalda durante 30 años de carrera.
Pensando en los mas de 50 años de la televisión chilena... pasando por los gobiernos de Jorge Alessandri, Eduardo Frei, Salvador Allende...la dictadura (17 años)...Concertación( 20 años) y los 2 años de Piñera...el interes por la música chilena ha sido practicamente nulo...La verdad han habido excepciones con programas legendarios como Chilenazo...Magnetoscopio Musical a fines de los 70 y principios de los 80...tambien Sergio Lagos en el Dinamo, programa del desaparecido Canal 2, algún programa de conversación de Julio Cesar Rodriguez.....y nada mas. Ni siquiera los grandes, Violeta Parra y Victor jara, se salvaron de esta apatía...de elos tenemos registros hechos por los franceses, peruanos, mexicanos, etc,..
Si pensamos en programas como..." mi nombre es vip", "factor X", "talento chileno " y los reality de moda con sus grandes presupuestos...La situación que ha sido regularmente así, hoy se vuelve tristemente grave... La música chilena no gusta, no vende, no interesa y por su puesto esto se vuelve un mal negocio. Los musicos y el terrible culto a la animita... Era bueno, era grande, era nuestro.....claro que despues de muerto

viernes, junio 22, 2012

HASTA PRONTO NELSON SCHWENKE

Llueve, llueve sobre Valdivia llueve sobre los bosques sobre los techos rojos mojando la madera de la casa natal. Llueve, llueve allá en Curiñanco la señora María mate con sopaipillas me cuenta su alegría y sus penas de mar. Llueve, llueve y yo aquí en Collico esperando el día en que el sol venga a mi puerta a conversar. Llueve, llueve y en Angachilla los niños van jugando con el barro de nuestra población... haciendo el pan. Llueve, llueve Antilhue en la espera del tren con los parientes que en cada primavera llegan con su aguardiente desde la capital. Llueve, llueve en calle Picarte y los suplementeros van corriendo ligero mostrando al presidente hablando allá en Coihaique. Llueve, llueve y los alemanes van a comprar pescado los viernes en el mercado fluvial. Llueve, llueve y el Calle-Calle habla y habla en silencio llevándose a los muertos hacia el mar... a navegar. Llueve, llueve y mi cigarrillo solo se ha consumido sin poderlo fumar...

jueves, junio 21, 2012

LANA DEL REY.....existe ?

No hay cosa que irrite más al aficionado serio que las operaciones de marketing en música. Cuando se siente empujado a comprar un álbum y después se percata que lo ha hecho a través de un impulso inducido. Sin embargo, tal operación maléfica deja inmediatamente de serlo si la víctima es consciente de ello. Me gusta la operación Lana del Rey. Me gusta desde la denominación de origen y la nomenclatura. Harto ya de campañas destinadas a un público adolescente cuyo nivel de inteligencia es inversamente proporcional al de su testosterona, así como de otras –más ruines aún por proceder del entorno alternativo– vendiendo ruido mediocre como arte, he de rendirme ante la irrupción avasalladora de una chica de buena familia llamada Elizabeth Woolridge Grant, que se pone un nombre artístico a juego con la imagen que desea publicitar. Aquí ya no hablamos de sexo por el morro, sino –aunque neoyorquina– del Los Ángeles de “Mulholland Drive”, del refinamiento de las formas, de la sensualidad vintage y de la épica del blanco y negro moribundo cuando se torna color; de “Lo que el viento se llevó” y las estrellas femeninas de verdad, las de glamour inaccesible, las Rita Hayworth que se fotografiaban medio giradas de espalda, con la cabeza tras el hombro mirando atrevidamente a la cámara. ¿Perspectiva machista? Más bien reflejo de una época. Todo ello, no obstante, carecería de valor si tras la operación se escondiese la inefable gran burbuja de vacío musical. No es el caso; al menos tajantemente. “Born To Die” contiene una aceptable variedad de recursos para autoproclamarse ejemplo de pop decoroso. Sabe coger de cada variante vigente lo justo para realzar su elegancia. No encontrarás pop sin pulir –“Radio”–, ni R&B sin pulir –“Diet Mountain Dew”–, ni simulacros de rap sin pulir –“National Anthem”–. De hecho, no se encuentra nada sin pulir –la suntuosa orquestación de “Video Games” y “Born To Die” abanderando–, con el plus de unas canciones que no adivino si –como su dueña– serían atractivas desnudas o son atractivas porque han sido vestidas así. En cualquier caso, el estudio de impacto de “Video Games” debe realizarse muy en serio teniendo en cuenta tanto las características propias de una gran canción –y no solo hay una: poco tiene que envidiar “Million Dollar Man” a un clásico– como los resortes difusores tecnológicos utilizados, así como su diferencia respecto al target de campañas similares (Justin Bieber, Lady Gaga, etcétera). Pero, por encima de disquisiciones varias –la avidez meteórica de una carrera en pos de aprovechar el momento, su discutible directo, una personalidad incapaz de darle vida al personaje que interpreta, la poca fiabilidad de sus activos futuros–, un concepto queda claro en este caso: si la canción no sirve, por mucho maquillaje externo e interno que lleve, por mucha cirugía labial –negada por ella–, hablaríamos de aburrimiento. Si en cambio es buena, y un tercio de las de “Born To Die” me parecen de un nivel digno, estamos hablando de clase.

domingo, abril 29, 2012

Sergio Marchi: “Roger Waters, como Lennon, creó una obra realmente profunda”

Periodista especializado en rock, biógrafo de Charly García y Pappo, Sergio Marchi estuvo en la feria para presentar "Roger Waters. Paredes y puentes: el cerebro de Pink Floyd", un recorrido por la vida del músico que busca explicar su vigencia. Divulgador de la cultura rock, Sergio Marchi advirtió muy temprano el interés de los argentinos en la figura de Roger Waters. “Ya cuando iba por el cuatro River, los medios comenzaron a crear una bola”, reconoció periodista. Entonces, comenzaron los llamados, desde radios comunitarias a las más importantes AM, consultándolo sobre este fenómeno. “Podría decir que tardé 37 años en escribir este libro”, dijo Marchi, autor de Roger Waters. Paredes y puentes: el cerebro de Pink Floyd (Planeta), minutos antes de su presentación en la Feria. El volumen de 250 páginas, con fotografías y minuciosidad en los detalles que escribió, efectivamente, en cuatro meses a la velocidad del fenómeno. “Lo que más me mueve es la obra misma, es encontrar en la obra elementos para mí”, agregó.
¿Qué lugar ocupa Roger Water en el rock? Te diría que ocupa un lugar muy importante a la hora de plasmar una obra que tenga profundidad en el mundo del rock. El rock tiene muchas obras y no todas tienen profundidad en la dimensión humana. Roger Waters en ese sentido está muy emparentado con John Lennon, no sólo por el alegato antibélico, sino porque lo que define la historia de Roger Waters es el tema de haber crecido sin padre. El padre murió en la batalla de Anzio en la Segunda Guerra Mundial y nunca lo conoció, murió cuando tenía cinco meses. John Lennon creció, a su modo, sin una madre, a la que siempre quiso volver y siempre había una u otra forma de rechazo. Eso me parece que los convierte a ambos en personas carenciadas que buscar cubrir esos vacíos mediante el arte, la creación, que es un arma muy poderosa como dice justamente el tema “Espacios vacíos”, de Roger Waters, que dice: “Tenés un espacio vacío y, ¿cómo vas a llenarlo?, ¿te vas a comprar un auto nuevo?, ¿una casa más cara?, ¿qué es lo que te lo va a llenar?”. Presenta esta pregunta. Por eso creo que Roger Waters tiene ese lugar dentro del rock, un tipo –que no hay tantos– de los que han hecho obras realmente profundas de la psiquis del ser humano. Y también, como John Lennon, tiene un apego a lo psicoanalítico.
¿En ese sentido se explica también su vigencia? La vigencia actual de The Wall tiene que ver con la condición humana, con lo que nos pasa a nosotros estando solos, o buscando estar con alguien y no pudiendo atravesar paredes que a veces construimos nosotros mismos. ¿Cómo es el proceso de llegar a otro, de abrirse a otro?

PHILIP GLASS, EL GENIO DEL MINIMALISMO EN TRES ACTOS

PRIMER ACTO. EL HOMBRE PRIMITIVO Se publicó en el semanal ‘The New Yorker’. El chiste presentaba a un periodista entrevistando al compositor minimalista Philip Glass. Y una y otra vez le hacía la misma pregunta. Daba igual la que fuese, lo importante es que fuera la misma. La repetición musical como un martirio se volvía esta vez contra el torturador. Nieto de inmigrantes rusos e hijo de un reparador de aparatos de radio que se sacaba un sueldo extra vendiendo música clásica, el autor de “Music With Changing Parts”(1970; Nonesuch, 1994) declara que se espanta de aquella primera obra. Una larga repetición que aún conserva la insolencia del discurso más fanático. Entonces le fascinaba el agujero negro donde iban a parar los textos de Samuel Beckett. También los novedosos conceptos de John Cage, la música con estrategia. Volarle la cabeza a tu público era un desafío glorioso. “Hay compositores que necesitan entender su obra como el recorrido de un gran péndulo. Si empezaran desde la austeridad minimalista, llegarían a parar a lo romántico. Y viceversa. El balanceo es el motor de la creatividad” Pronto suavizaría sus patrones de conducta musical. “Music In Twelve Parts” (1971-1974; Nonesuch, 1996) es una extensa pieza más que apreciada por los aficionados a las repeticiones que buscan cierta armonía. En una entrevista a ‘The Guardian’ explicó su teoría del péndulo. “Hay compositores que necesitan entender su obra como el recorrido de un gran péndulo. Si empezaran desde la austeridad minimalista, llegarían a parar a lo romántico. Y viceversa. El balanceo es el motor de la creatividad”. Consideraciones como esta ayudaron a su lavado de cara, aunque el gran público aún no estaba de su lado cuando alcanzó su Everest. “Einstein On The Beach” (1976; CBS Masterworks, 1979) presume de ser la primera ópera en que se permitía a los espectadores abandonar sus asientos y volver a entrar cuando les diera la gana. No se encuentra en la retrospectiva escénica que nos llegará en abril. Sin embargo, Glass está presentando un nuevo montaje de esta obra en una gira que durará hasta 2013.
SEGUNDO ACTO. EL HOMBRE POPULAR En el circuito del arte contemporáneo se han venido utilizando dos conceptos excluyentes de lo más antipáticos: la alta y la baja cultura. En su cruzada por sentarlos a la misma mesa, tuvo que torear con el rechazo de quienes lo consideraban insustancial y las sospechas de intrusismo. Pero “Glassworks” (1981; Sony Masterworks, 1982) rellenó ese espacio con unas estructuras imaginativas al alcance de cualquiera. Es un mundo similar al mítico “Big Science” (1982) de Laurie Anderson, quien también propuso el juego de componer diminutas sinfonías en el espacio de una canción. Músicos inquietos en el Nueva York de los ochenta: imaginando una vanguardia popular, entre ellos se miraban de reojo con mayor o menor disimulo. Pero a Glass le supo a poco y pide a amigos como David Byrne, Paul Simon, Suzanne Vega o la propia Anderson que le escriban los textos para sus nuevas composiciones. En las notas interiores de “Songs From Liquid Days” (1985; Sony Masterworks, 1986), sentencia que “las canciones son nuestra expresión musical más básica”. ¿Quién dijo minimalismo? No consiguió vivir de la música hasta los 42 años. Pero desde entonces su cuenta corriente ha aumentado en la misma proporción que su popularidad. Compone scores para Francis Ford Coppola, Woody Allen, Paul Schrader y Peter Weir –en su visita interpretará un extracto de la banda sonora de “El show de Truman” (1998)– y le sigue dando vueltas a formalizar su relación con el pop. Convierte en sinfonías los dos primeros discos de la trilogía berlinesa de David Bowie –“Low” y “Heroes”, de 1977, reciclados como “Low Symphony” (Point Music, 1993) y “Heroes Symphony” (Point Music, 1997)–. ¿Sinfonías o envoltorios para vender música clásica en una tienda de rock?
TERCER ACTO. EL HOMBRE ESPIRITUAL “Entreno como un atleta, sigo una dieta vegetariana, respeto las horas de sueño y hago yoga” A pesar de su impacto mediático a partir de los ochenta, Philip Glass sigue ampliando el currículo lejos de los grandes focos. En una entrevista concedida hace tres años al diario ‘The Independent’, el músico daba las claves de una eficaz disciplina: “Entreno como un atleta, sigo una dieta vegetariana, respeto las horas de sueño y hago yoga”. Su interés por las técnicas de relajación surgió a la vez que la admiración por la obra de Ravi Shankar. Y es a partir del encargo de la banda sonora del documental de Godfrey Reggio “Koyaanisqatsi” (1982; Antilles, 1983) cuando su preocupación medioambiental le va empujando hacia un sonido más reflexivo. Philip Glass lleva décadas diciendo que no le gusta que le llamen minimalista. Escuchando este trabajo no hay razón por la que hacerlo. “Koyaanisqatsi” significa “la vida en desequilibrio”. Artísticamente, la suya ya la había enderezado. Aunque entonces “a John Cage no le gustaba mi música”, ha llegado a confesar. Pero eran los desajustes de fuera los que más le preocupaban. Sensibilizado con la causa tibetana, Philip Glass viene organizando todos los años un concierto benéfico en el Carnegie Hall de Nueva York para recaudar fondos. Este año contó con la participación de Das Racist, Antony, James Blake, Stephin Merritt y el ínclito de Lou Reed. En la pasada edición fueron The Flaming Lips los encargados de cerrar el evento. Glass subió al escenario metiendo su piano en espiral en “Do You Realize??”. Wayne Coyne declararía más tarde que tocar con él había sido como hacerlo con Syd Barrett. El péndulo, finalmente, dibujó su arco más ancho. Publicado en Rockdelux 305 (Abril 2012)

miércoles, febrero 08, 2012

ADIOS FLACO.....



Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.

Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.

Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.

¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.

Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo proteje de la tristeza.
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va el Capitán Beto, el errante.

¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombra quedará.

Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sín brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.

Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de beto llevaba inscripto un signo del alma.


martes, enero 24, 2012

.....NICK DRAKE

Hasta que murió de una sobredosis de barbitúricos a los 26 años, contaba con todo el apoyo de padres, amigos, colegas, un pequeño grupo de fans y de su sello grabador, que lo adoró contra toda prudencia comercial. Su suicidio sorprendió tanto como la incurable tristeza que exhibía en vida. Veinticinco años después de su muerte, un aviso de autos llevó una de sus canciones al tope de los rankings europeos y sacó a la superficie un culto hasta ahora sub- terráneo. Conozca al inigualable Nick Drake.







POR RODRIGO FRESAN


Pocas cosas más terribles y fascinantes que el éxito póstumo de un fracasado: la idea de que se puede volver de la tumba a recoger los laureles negados en vida –una forma de resurrección donde la presencia de la obra suple a la ausencia del cuerpo–; la noción de que el ama puede ser, después de todo, unos cuadros, unos libros, unas canciones, unas películas. La cosa se vuelve todavía más seductora si el perdedor de entonces y triunfador de ahora decidió separar los tantos con el violento tajo de un suicidio (pensar en los girasoles de Vincent Van Gogh, en La conjura de los necios de John Kennedy Toole). Y, mejor todavía, si el cadáver que se deja es joven y buen mozo. Así era Nick Drake: fracasado, lleno de pastillas y de una belleza melancólica. Un gerente de marketing no lo hubiera hecho mejor. En vida, Drake no vendía nada. Ahora es parte de una religión y vende mucho: de hecho, una de sus canciones es utilizada para vender automóviles en uno de los avisos más exitosos de los últimos. La vida te da sorpresas. La muerte, también. A continuación, una pequeña enciclopedia desordenada para entender un fenómeno, uno de los más interesantes Expedientes X de la música popular contemporánea.

DRAKE, NICK Una especie de Tanguito con talento. Mucho talento. La excelente biografía de Patrick Humphries –titulada, precisamente, Nick Drake: The Biography, y publicada por Bloomsbury en 1997) dice que Nicholas Rodney Drake nació el 19 de junio de 1948 en Rangún (Birmania) y murió el 25 de noviembre de 1974 en Tanworth (Inglaterra), de una poderosa sobredosis de un poderoso antidepresivo: Amitriptyline. Algunos dicen que se trató de un trágico accidente, que la prueba está en que no dejó un mensaje de despedida y que más de una vez se reconoció demasiado cobarde como para quitarse la vida. En cualquier caso, chico bastante rico con tristeza. Mucha tristeza.

LA OBRA Tres discos en vida: Five Leaves Left (1969), Bryter Layter (1970) y Pink Moon (1972). Los tres son muy parecidos y muy diferentes y, a su manera, cuentan una historia. El primero está compuesto por canciones folk con exquisitos arreglos de cuerdas que narran diferentes postales, como fotos o acuarelas. El segundo –para muchos su obra maestra– opta por una aproximación más jazzy y supuestamente comercial: como si la idea fuese que la melancolía sonara por lo menos un poquito más alegre. El tercero es un grito desesperado. A eso se agrega la publicación póstuma de los demos de Time of No Reply. Los cuatro discos de Drake fueron reunidos dentro en la caja Fruit Tree, primero en 1979 y después en 1986. Hay, además, un par de buenas antologías que funcionan como introducción a la materia. También hay álbumes homenaje, rarezas (un tal Reg Dwight, más tarde conocido como Elton John, grabó un acetato limitadísimo, cien copias, con covers de Nick Drake), hay rumores de nuevos temas recientemente encontrados, hay ganas de relanzar toda la obra, hay una chica (hay miles de chicas) que escucha estas canciones y llora y susurra: “Oh, Nick... Oh, Nick...”. Para saber por qué, oír uno de los temas de Drake, titulado “Black Eyed Dog” (una perfecta y terrible revisitación del “Hellhound on my Trail” de Robert Johnson) y sentir cómo baja la temperatura de la habitación, del país, del planeta.




LA MUSICA Más cercanas a la chanson francesa que a cualquier otra cosa (Nick Drake era fanático de todo lo francés, desde el simbolismo hasta los cantantes: Trenet, Greco, Aznavour, Brel, Piaf, Brassens). Mezcla de folk y blues con humo existencialista. Letras que hacen comulgar la riqueza de William Blake con la economía de los haikus. El biógrafo Patrick Humphries la define –con precisión– como “congelada en su inmadurez” y, al mismo tiempo, como de una modernidad atemporal. Los más duros aseguran que se trata de música perfecta para levantar chicas, o para dejarlas caer. Los más sensibles las entienden como canciones para sufrir disfrutando, o disfrutar sufriendo. Lo cierto es que se trata de música quieta para una época movediza: 1969-1972. Psicodelia y Revolución. En este contexto, la obra de Nick Drake aparece como distante, ajena, ermitaña, inalcanzable. Tal vez por eso casi nadie le llevó el apunte en su momento. Nick Drake no sabía hablar por teléfono, pero le encantaba escuchar música con audífonos. Murió sin conocer el walkman. Alguien escribió que cuanto más se lo escucha a Nick Drake, más se duda de su existencia.

LA VOZ Inconfundible y única. Un poco parecida a la de Sting si Sting no estuviera tan enamorado de sí mismo.

EL INSTRUMENTO Gran guitarrista. Más personal que virtuoso.

LA TIMIDEZ Crónica. No se le conocen novias serias; su breve affaire con la chanteuse Françoise Hardy nunca ha quedado del todo claro. Existen recuerdos de un período feliz y hasta comunicativo durante su pasaje por los colegios de Marlborough y Fitzwilliam, en Cambridge, donde empieza a tocar guitarra. Nick Drake no se llevaba bien con las personas porque no se llevaba bien con su persona. De ahí que todas sus canciones sean para adentro. Sus amigos lo querían hasta el cansancio: hasta que se cansaron de quererlo. Dicen los pocos que estuvieron en sus pocos conciertos que casi dolía verlo y oírlo de lo mal que lo pasaba. Lo más curioso –dicen los mismos pocos– es que nunca conocieron a alguien con una necesidad tan grande de ser famoso y reconocido. Al final, ni asistía a las presentaciones de sus discos. Ponían una foto suya, tamaño natural, pegada y recortada contra un cartón. Grande. Nick Drake era muy alto.




LAS FOTOS Parte indispensable de la leyenda de Nick Drake. Fotos tan reveladoras en su espontaneidad que parecen cuidadosamente posadas. Fotos de Lobo Estepario. Nick Drake caminando por una playa con un cigarrillo en la boca. Nick Drake envuelto en una manta, de pie, en un bosque, como un shamán en picada o un Thoreau triste. Las fotos de Nick Drake tienen una cualidad parecida a las de James Dean: la captura de un instante de alguien que no va a estar mucho más tiempo por aquí y va a ser difícil sacarle más fotos. No hay Nick Drake filmado, moviéndose. La foto más célebre de ellas aparece en el interior del cuadernillo del compact-disc de Five Leaves Left y acaba de ser elegida como una de las veinticinco más importantes de la historia del rock. La sacó, la reveló Keith Morris. Ahí está Nick Drake apoyado contra una pared de ladrillos de una fábrica llamada Morgan Crucible, en Battersea. De improviso, un hombre que persigue un autobús entra en cuadro corriendo. El mensaje es tan obvio como preciso: todos corren menos Nick Drake. Nadie sabe quién es o era el hombre que sigue corriendo adentro de esa foto. Nadie apareció todavía para decir: “Era yo”.

LA SUERTE Pésima. Malísima. Los lanzamientos de sus discos en el sello Island coincidían, siempre con los de Cat Stevens, que también era de Island (ya saben a quién le fue mejor de los dos). Buenas y contadas críticas, pero mala época para ser cantautor. Competencia terrible: Bob Dylan, Leonard Cohen, Van Morrison, Paul Simon, Richard Thompson, Tim Hardin, Tim Buckley, Al Stewart, James Taylor, siguen las firmas.




PINK MOON El último disco de Nick Drake ha sido comparado con el Blood on the Tracks de Bob Dylan y el Plastic Ono Band de John Lennon. Sin ser tan importante o trascendente, comparte con ellos un aire de primalidad y confesión. Dylan y Lennon también emiten sus SOS, pero son mensajes de artistas célebres y exitosos. El SOS de Nick Drake es el pedido de socorro de un pasajero de tercera clase en el “Titanic”. Y ya se sabe: unos flotan y otros se hunden. “Pink Moon” es la canción que se ha convertido en estos días en éxito mediático gracias a un aviso de Volkswagen, que la ha llevado a los primeros puestos en el hit-parade de ventas de Amazon.com.

Alguien dejó un mensaje ahí diciendo que, gracias a Nick Drake, ha dejado de pensar automáticamente en Adolf Hitler cada vez que ve un Volkswagen. La canción parece optimista, pero pocos saben que no es una especie de “Here Comes the Sun” –Nick Drake nunca fue hippie y se fue escandalizado en la mitad de Easy Rider– sino una advertencia acerca del fin del mundo por holocausto nuclear (que según Nick Drake tendría lugar en 1980): la luna rosada que sale luego de las explosiones atómicas y todo eso. Algo más: Nick Drake era fanático del primer disco de Randy Newmann y se nota.

LA CAIDA Primero lenta y después rápida. Manía persecutoria, pánico al invierno, autismo, drogas recreacionales entendidas como forma de castigo, altas y bajas, psiquiátricos, seguir grabando –en las canciones desesperadas de Pink Moon no hay un solo poema de amor–, dejar el master de su brevísimo disco minimal en la puerta de su compañía grabadora sin avisarle a nadie. Uñas largas y pelo sucio. Drake lee El mito de Sísifo de Albert Camus. Intenta entrar al ejército, pero no. Intenta trabajar en un estudio de grabación, pero no. Intenta estudiar para programador de computadoras, pero no. Intenta comprender por qué sus discos no se venden, pero no. Vuelve vencido a la casita de los viejos. Desaparece sin que a nadie le importe. Se va a dormir una noche y no despierta al día siguiente.



EL CULTO Nick Drake se murió sin necrológicas importantes, pero en el momento justo. Nick Drake era joven y hermoso y atormentado como el poeta Chatterton en ese cuadro. Difícil –por personalidad– que, de haber seguido vivo, hubiera sido reconocido. El punk y la new wave se lo hubieran comido crudo. Pero Nick Drake muerto está más vivo que nunca porque sus seguidores lo quieren y lo necesitan muerto y perdedor, triunfante en su derrota. Alcanza con leer alguno de los mensajes que le dedican sus fans en Internet. Da un poco de miedo. Mensajes de camaradas en el espanto de no ser reconocidos. Cartitas de amor de chicas vírgenes que se guardan para él y nada más que para él. Gente un poco rara que peregrina hasta la casa de los padres de Drake y llama a su puerta y pide conocer el cuarto –la escena del crimen– y rompe en llanto y se roba algún souvenir.

Según su dedicado biógrafo Patrick Humphreis, el principio del culto a Nick Drake tiene lugar el 9 de marzo de 1979, al editarse la primera versión de la caja recopilatoria/obras completas. Fruit Tree es una de las primeras cajas dedicadas a un solo artista. E inaugura la época de desenterrar lo enterrado. De descubrirlo y, en la mayoría de los casos, oírlo como si fuera la primera vez, porque es la primera vez que se lo oye. Los músicos empiezan a hablar de la música de Nick Drake: Tom Verlaine, Matt Johnson (de The The), Nick Cave, Roger Waters, Robert Smith (de The Cure), Morrisey, los U2, John Cale, los REM (el guitarrista Pete Buck afirma que él y sus muchachos armaron Automatic for the People “como si fuera un disco de Nick”).

Un exigente jurado del diario londinense The Times elige los cien álbumes de música popular de la historia y Five Leaves Left ocupa el puesto 60... por encima de Thriller de Michael Jackson y The Wall de Pink Floyd. Y aparecen los continuadores del sentimiento: Beth Orton, Belle & Sebastian, Ron Sexsmith, Everything But the Girl, Luca Bloom, David Gray... Gente que, cuando canta, dice hola como si estuviera diciendo adiós. Canciones tristes. Pero, en estos casos, felices canciones tristes.




EL ARTISTA Consciente o inconscientemente, Nick Drake se quitó una vida inocurrente para que la posteridad lo librara de una muerte triste y le regalara el paraíso de las teorías múltiples y la inmortalidad in absentia. Nick Drake cada día canta mejor, aunque a nadie se le ocurriría filmar una película de su vida con Leonardo DiCaprio o alguien por el estilo. Es que su historia no es interesante. Es una historia sin la pirotecnia de Jim, Jimi, Janis, Kurt. Es una historia cuyo agravante es ser pura prehistoria. Una historia sin malos. En vida, Nick Drake contó con todo el apoyo de padres, amigos y de su sello grabador, que lo adoró hasta el final contra toda prudencia comercial y respetando siempre sus cada vez más numerosas idiosincrasias. Una historia repleta de contradicciones que tal vez hicieran una buena novela: el solitario que siempre vivió con papá y mamá, el tímido en persona y extrovertido en su música, el artista íntegro que necesitaba ser famosísimo, pero que se negaba a tocar en vivo.

Patrick Humphries equipara el mito de Nick Drake al de Narciso: alguien fascinado por el propio reflejo, que reclama a segundos, a terceros esa misma e intransferible fascinación y que, al final, se ahoga en las aguas de su propia y privada leyenda. Con estos elementos –los que constituyen una leyenda que, por íntima, resulta inaccesible– el futuro de Nick Drake como icono está asegurado. Sus canciones no necesitan ninguna ayuda para perdurar. Sus canciones se defienden solas.

EL FUTURO El último número de la revista inglesa Mojo viene con un exhaustivo ensayo de Ian MacDonald donde presenta a Nick Drake como héroe de este fin de milenio. Nick Drake como líder ausente, pero ominoso de una revolución lírica contra un mundo de máquinas y electricidad. El Mesías Unplugged. Aun así, MacDonald advierte contra la tentación de “considerar un iluminado a alguien que estaba enfermo”. La grandeza de Nick Drake está en lo que hizo a pesar de su enfermedad, no en considerar sus síntomas como pruebas de genio.

Médicos revisionistas del caso aseguran hoy que no era un depresivo crónico sino una persona hipersensible. Alguien que, de alguna forma, se había adelantado a su tiempo. Alguien que sabía que, luego de la Era de Acuario, vendría esto en lo que estamos metidos. Una especie de profeta predicando en el desierto de su soledad mientras todos se divierten. Un pajarraco de mal agüero. No es tan incomprensible entonces que Nick Drake esté cada vez más de moda, que cada día que pasa crezca el número de los iniciados que sintoniza con sus noches. La Organización Mundial de Salud acaba de advertir que, durante el primer cuarto de este siglo que comienza, se multiplicarán los casos de depresión e hipersensibilidad. Que mejor prepararse para ese momento en que nadie va a tener ganas de salir de la cama y Nick Drake –finalmente, más vale tarde que nunca, para siempre– será número uno en la lista de Billboard.








FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/2000/suple/radar/00-01/00-01-30/NOTA2.HTM

miércoles, enero 11, 2012

2011, año de fracasos en el rock





La movida musical de 2011 reveló que el rock de los sellos discográficos más importantes está atravesando una crisis mayúscula, en tanto las viejas bandas reciclan los sonidos de su pasado y sus refuerzos más jóvenes no van más allá de un campo de zopencos que son el equivalente artístico de las marcas genéricas de las tiendas.

El género no produjo ni un solo álbum destacado en el último año, y lo mejor de lo mediano siguió ciegamente las huellas trazadas años o incluso décadas atrás.

Muchos de los monstruos ­U2 y Bruce Springsteen entre otros- se tomaron el año libre, pero las deficiencias del rock son creativas, no comerciales. A esta altura, se está convirtiendo en un cementerio de innovación y creatividad estética.

Declarar muerto un género es la peor, y la menos imaginativa, de las proclamaciones, o sea que llamémoslo un "campo de zombies": se mueve, ocupa espacio, parece poderoso de lejos y chillón de cerca. Le faltan nutrientes.



¿Cómo explicar, si no, el consenso crítico en torno de una banda como Foster the People, cuyo "Torches" (StarTime/Columbia) fue uno de los álbumes de rock de una banda emergente más elogiados del año, pese a haber agregado tan poco al Lite-rock impregnado de soul de los años 1980? ¿Y los Black Keys, que se han entregado a un garage-soul mediocre y sobrevivieron cruelmente a los White Stripes, quienes fueron sus pares en su momento? Este fue un año terrible, lleno de fracasos creativos, y en muchos casos fracasos comerciales, de artistas que durante mucho tiempo fueron confiables. Y ni hablar de los álbumes de regreso absolutamente sofocantes de bandas que hace rato pasaron su fecha de vencimiento: "I’m With You" (Warner Brothers) de Red Hot Chili Peppers, "Gold Cobra" (Interscope) de Limp Bizkit, "Collapse Into Now" (Warner Brothers) de R.E.M.

La escala no tiene por qué ser en sí misma o por sí misma un factor disuasivo para la creatividad; miremos el hip-hop, donde están teniendo lugar montones de innovaciones sonoras en los escenarios más grandes, proferidas por las estrellas más grandes.



Hasta el country de los mejores sellos, que no es exactamente una tormenta de originalidad, ha corrido más riesgos en la última década que el rock de los grandes sellos discográficos. La banda de veteranos con lo mejor de 2011 fue Foo Fighters, en "Wasting Light" (Roswell/RCA).

Los raros puntos destacados que funcionaron en el sistema de grandes sellos fueron Young the Giant, cuyo debut que lleva su nombre por título (en Roadrunner) es uno de los lanzamientos más esmerados del año entre los grandes sellos, una reformulación modesta del rock independiente pionero de los ’90 que, aun sin traspasar los límites, resultó no obstante prometedor.





Paramore, que no lanzó ningún álbum en 2011, se destaca no sólo por su capacidad para unir una fuerza maníaca con melodías llenas de energía, sino también porque tiene como primera voz a una mujer, Hayley Williams, una de las cantantes más convincentes del rock masivo.

No ayuda mucho, por otra parte, el hecho de que algunas bandas estén empezando directamente a pasar por alto a los grandes sellos discográficos. The Gaslight Anthem, por ejemplo, tiene el potencial de hacer himnos pastorales enormes y arrolladores post-Springsteen, pero hasta ahora se ha empeñado en hacerlo en un sello independiente.

¿Quién puede culparlo? En general, los grandes sellos discográficos continúan dedicando recursos a bandas cuyos discos se mantienen en el ranking de álbumes de Rock durante meses, sin ninguna ambición. 30 Seconds to Mars batió hace poco un Record Mundial Guinness por el mayor número de shows realizados en el ciclo de un solo disco (más de 300), lo cual, visto cínicamente, significa que les resultó más fácil tocar viejos temas que escribir nuevos.



El álbum en cuestión, "This Is War" (Virgin), fue lanzado en 2009 y recién ahora llegó a vender 50.000 copias.

Pero hagamos un brindis por los 300 shows de 30 Seconds to Mars, aunque más no sea por recordar la inconsistencia fundamental de la banda, y el sistema inconsistente que la impulsa. Es un funeral viviente, y en algún momento tendrá que caer.



POR JON CARAMANICA - The New York Times

sábado, enero 07, 2012

Un inédito de The Doors, 40 años después...

Reedición de “L. A. Woman” El lunes, se sube a Internet una canción desconocida del último álbum con Jim Morrison.








A cuatro décadas del lanzamiento del álbum L.A. Woman y de la muerte de Jim Morrison, el año de The Doors quedará oficialmente inaugurado el lunes 9, con el lanzamiento de una canción completamente inédita en la página Facebook de la banda (www.facebook.com/thedoors). Se trata de She Smells So Nice , que Morrison canta en compañía de Ray Manzarek en órgano, Bobby Krieger en guitarra y John Desmore en batería, y que fue descubierta por el productor Bruce Botnick mientras revisaba las cintas originales para el relanzamiento del mítico L. A. Woman .

La presente reedición (por el sello Rhino, aquí Warner) comprende dos compactos e incluye, además de la recientemente descubierta She Smells So Nice , tomas alternativas inéditas de ocho canciones del original, entre ellas Love Her Madly , Riders On The Storm , The Changelling y The Wasp .

En las ediciones por el 40 aniversario se se sumará además el documental Mr. Rojo Risin’: The Story of L. A. Woman (Eagle Rock Entertainment DVD/Blu-ray), con entrevistas a Manzarek, Kieger y Densmore, así como a Jac Holzman, el fundador de Elektra Records, al manager Bill Sidons y al co-productor Botnick, entre otros allegados.



L.A. Woman es el canto del cisne de Jim Morrison. Tres meses después de grabarlo, el músico se mudó a París con su novia Pamela Courson. El 3 de julio fue hallado muerto en la bañadera de su departamento. Tenía 27 años. Sus restos descansan en el cementerio de Père Lachaise, a metros de Frédéric Chopin y Marcel Proust. La banda sobrevivió hasta 1972 (con dos discos más), pero no volvería a ser la misma.