lunes, septiembre 23, 2013

CUANDO DE CHILE

Pablo Neruda
Oh Chile, largo petalo de mar y vino y nieve, ay cuando ay cuando y cuando ay cuando me encontrare contigo, enrollaras tu cinta de espuma blanca y negra en mi cintura, desencadenare mi poesia sobre tu territorio. Hay hombres mitad pez, mitad viento, hay otros hombres hechos de agua. Yo estoy hecho de tierra. Voy por el mundo cada vez mas alegre: cada ciudad me da una nueva vida. El mundo esta naciendo. Pero si llueve en Lota sobre mi cae la lluvia, si en Lonquimay la nieve resbala de las hojas llega la nieve donde estoy. Crece en mi el trigo oscuro de Cautin. Yo tengo una araucaria en Villarrica, tengo arena en el Norte Grande, tengo una rosa rubia en la provincia, y el viento que derriba la ultima ola de Valparaiso me golpea en el pecho con un ruido quebrado como si alli tuviera mi corazon una ventana rota. El mes de octubre ha llegado hace tan poco tiempo del pasado octubre que cuando este llego fue como si me estuviera mirando el tiempo inmovil. Aqui es otono. Cruzo la estepa siberiana. Dia tras dia todo es amarillo, el arbol y la usina, la tierra y lo que en ella el hombre nuevo crea: hay oro y llama roja, manana inmensidad, nieve, pureza. En mi pais la primavera viene de norte a sur con su fragancia. Es como una muchacha que por las piedras negras de Coquimbo, por la orilla solemne de la espuma vuela con pies desnudos hasta los archipielagos heridos. No solo territorio, primavera, llenandome, me ofreces. No soy un hombre solo. Naci en el sur. De la frontera traje las soledades y el galope del ultimo caudillo. Pero el Partido me bajo del caballo y me hice hombre, y anduve los arenales y las cordilleras amando y descubriendo. Pueblo mio, verdad que en primavera suena mi nombre en tus oidos y tu me reconoces como si fuera un rio que pasa por tu puerta? Soy un rio. Si escuchas pausadamente bajo los salares de Antofagasta, o bien al sur, de Osorno o hacia la cordillera, en Melipilla, o en Temuco, en la noche de astros mojados y laurel sonoro, pones sobre la tierra tus oidos, escucharas que corro sumergido, cantando. Octubre, oh primavera, devuelveme a mi pueblo. Que hare sin ver mil hombres, mil muchachas, que hare sin conducir sobre mis hombros una parte de la esperanza? Que hare sin caminar con la bandera que de mano en mano en la fila de nuestra larga lucha llego a las manos mias? Ay Patria, Patria, ay Patria, cuando ay cuando y cuando cuando me encontrare contigo? Lejos de ti mitad de tierra tuya y hombre tuyo he continuado siendo, y otra vez hoy la primavera pasa. Pero yo con tus flores me he llenado, con tu victoria voy sobre la frente y en ti siguen viviendo mis raices. Ay cuando encontrare tu primavera dura, y entre todos tus hijos andare por tus campos y tus calles con mis zapatos viejos. Ay cuando ire con Elias Lafferte por toda la pampa dorada. Ay cuando a ti te apretare la boca, chilena que me esperas, con mis labios errantes? Ay cuando podre entrar en la sala del Partido a sentarme con Pedro Fogonero, con el que no conozco y sin embargo es mas hermano mio que mi hermano. Ay cuando me sacara del sueno un trueno verde de tu manto marino. Ay cuando, Patria, en las elecciones ire de casa en casa recogiendo la libertad temerosa para que grite en medio de la calle. Ay cuando, Patria, te casaras conmigo con ojos verdemar y vestido de nieve y tendremos millones de hijos nuevos que entregaran la tierra a los hambrientos. Ay Patria, sin harapos, ay primavera mia, ay cuando ay cuando y cuando despertare en tus brazos empapado de mar y de rocio. Ay cuando yo este cerca de ti, te tomare de la cintura, nadie podra tocarte, yo podre defenderte cantando, cuando vaya contigo, cuando vayas conmigo, cuando ay cuando.

lunes, septiembre 16, 2013

EL ULTIMO POEMA DE VICTOR JARA

_________________ Somos cinco mil en esta pequeña parte de la ciudad. Somos cinco mil ¿ Cuántos seremos en total en las ciudades y en todo el país ? Solo aqui diez mil manos siembran y hacen andar las fabricas. ¡ Cuánta humanidad con hambre, frio, pánico, dolor, presión moral, terror y locura ! Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas. Un muerto, un golpeado como jamas creí se podria golpear a un ser humano. Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores uno saltó al vacio, otro golpeandose la cabeza contra el muro, pero todos con la mirada fija de la muerte. ¡ Qué espanto causa el rostro del fascismo ! Llevan a cabo sus planes con precisión artera Sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas. La matanza es acto de heroismo ¿ Es este el mundo que creaste, dios mio ? ¿Para esto tus siete dias de asombro y trabajo ? en estas cuatro murallas solo existe un numero que no progresa, que lentamente querrá más muerte. Pero de pronto me golpea la conciencia y veo esta marea sin latido, pero con el pulso de las máquinas y los militares mostrando su rostro de matrona llena de dulzura. ¿ Y Mexico, Cuba y el mundo ? ¡ Que griten esta ignominia ! Somos diez mil manos menos que no producen. ¿Cuántos somos en toda la Patria? La sangre del companero Presidente golpea más fuerte que bombas y metrallas Asi golpeará nuestro puño nuevamente ¡Canto que mal me sales Cuando tengo que cantar espanto! Espanto como el que vivo como el que muero, espanto. De verme entre tanto y tantos momentos del infinito en que el silencio y el grito son las metas de este canto. Lo que veo nunca vi, lo que he sentido y que siento hara brotar el momento...

sábado, septiembre 14, 2013

CONTRA LA MUERTE

Gonzalo Rojas.
Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa. No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día. Prefiero ser de piedra, estar oscuro, a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír a diestra y a siniestra con tal de prosperar en mi negocio. No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad en mitad de la calle y hacia todos los vientos: la verdad de estar vivo, únicamente vivo, con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo. ¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos con volar más allá del infinito si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir fuera del tiempo oscuro? Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada. Pero respiro, y como, y hasta duermo pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento, allá abajo. No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser, pero no puedo ver cajones y cajones pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver todavía caliente la sangre en los cajones. Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil, porque yo mismo soy una cabeza inútil lista para cortar, por no entender qué es eso de esperar otro mundo de este mundo. Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre que me devora, el hambre de vivir como el sol en la gracia del aire, eternamente.

jueves, septiembre 12, 2013

LA MUERTA

Pablo Neruda
Si de pronto no existes, si de pronto no vives, yo seguiré viviendo. No me atrevo, no me atrevo a escribirlo, si te mueres. Yo seguiré viviendo. Porque donde no tiene voz un hombre allí, mi voz. Donde los negros sean apaleados, yo no puedo estar muerto. Cuando entren en la cárcel mis hermanos entraré yo con ellos. Cuando la victoria, no mi victoria, sino la gran victoria llegue, aunque esté mudo debo hablar: yo la veré llegar aunque esté ciego. No, perdóname. Si tú no vives, si tú, querida, amor mío, si tú te has muerto, todas las hojas caerán en mi pecho, lloverá sobre mi alma noche y día, la nieve quemará mi corazón, andaré con frío y fuego y muerte y nieve, mis pies querrán marchar hacia donde tú duermes, pero seguiré vivo, porque tú me quisiste sobre todas las cosas indomable, y, amor, porque tú sabes que soy no sólo un hombre sino todos los hombres.

miércoles, septiembre 11, 2013

SALVADOR ALLENDE.........VOODOO CHILE

La revista Rockdelux publica hoy, este interesante artículo en conmemoración de los 40 años del golpe militar... El artículo pertenece a Santi Carrillo, quien lo escribió el 2003, a proposito de los 30 años del golpe y hoy es rescatado para la memoria y la historia. Por Santi Carrillo.______________________________________________________ El 11 de septiembre de 1973, hace cuarenta años, Salvador Allende puso fin a su vida en el Palacio de La Moneda de Santiago de Chile. Siempre quedará para la historia la grandeza trágica del presidente suicida, a quien nadie pudo asesinar y quien renunció a huir de su país cuando, en las primeras horas del alzamiento de Augusto Pinochet, tuvo la oportunidad de hacerlo. Aquellos dramáticos hechos acabaron con el primer gobierno marxista (en el mundo, en la historia) elegido democráticamente. Recuperamos este artículo de Santi Carrillo escrito en 2003, cuando se cumplían treinta años del infausto golpe de estado que acabó con el sueño de izquierdas de Salvador Allende. Hablemos de Docúpolis 3, el tercer Festival Internacional Documental de Barcelona, celebrado entre el 23 y el 26 de octubre en el CCCB. Dentro de la sección “Rescate”, dedicada a recordar los treinta años del golpe militar en Chile (“un país lleno de contradicciones”, se asegura en algún momento de esta panorámica), Me, Myself & I vemos dos cintas diametralmente opuestas: “I Love Pinochet”, de Marcela Said, y “11 de septiembre, 1973. El último combate de Salvador Allende”, de Patricio Henríquez. Ambos documentos siguen la senda abierta por el mítico y premiado tríptico “La batalla de Chile” (1975, 1977, 1979), así como por su continuación natural, filmada dos décadas después del golpe con algunos de los mismos protagonistas, “Chile, la memoria obstinada” (1997), dos trabajos complementarios e hirientes, razonablemente objetivos, ideados por Patricio Guzmán. En “I Love Pinochet”, inquietante, se cumple a rajatabla la teoría apuntada recientemente por Claude Chabrol en “La flor del mal”, pero llevada al extremo de la indecencia. La altiva falta de sensibilidad con el prójimo que suele mostrar la burguesía, y que tan bien expresa el cineasta francés en su película, aquí se desborda con palabras altivas que anegan de indignidad el doloroso recuerdo de la catástrofe chilena... Aun así, víctimas pasivas de la exagerada subjetividad de los testimonios, nos reímos, aunque sea de pena, aunque se nos acabe helando la sonrisa, al oír los desacomplejados comentarios de los partidarios en activo del sanguinario general Augusto Pinochet, algunos con la vulgaridad y el lenguaje soez que normalmente caracteriza a los de su condición. Un repelente abogado con doce hijos, un profesor afrancesado, una universitaria ignorante, un niñito tonto y llorón, una niña abducida por la voluntad de su familia, unas pijas educadas en el lujo y la distorsión... todos aplaudiendo a rabiar, con arrogancia y prepotencia, el legado militarista que salvó a Chile del comunismo y recuperó para ellos el orgullo de sentirse chileno, afirman. En una bonita muestra de cinismo sangriento, aseguran no querer que se vuelva a repetir aquello, pero no parecen en absoluto apenados por las atroces violaciones de los derechos humanos cometidas, por los muertos y desaparecidos que se perdieron por el camino. (¿Qué pensaría al respecto el silencioso hombre chileno que teníamos a nuestra derecha, rodeado de sus hijos y su mujer, concentrados en la película?).
Impresionados por los personajes que, alabando la muerte, dan vida a esta cinta, recuperamos el pulso y la dignidad con la siguiente: “El último combate de Salvador Allende”, glosa heroica de la resistencia numantina de Allende y su treintena de colaboradores civiles en el palacio presidencial de La Moneda aquel tristísimo 11 de septiembre de 1973 que acabó con el primer gobierno marxista (en el mundo, en la historia) elegido democráticamente. Era el día en que estaba previsto, dada la insostenible situación de caos social que se vivía en Chile, el anuncio por parte de Salvador Allende de un plebiscito para que el pueblo aprobase o rechazase al gobierno de Unidad Popular, unión de partidos de izquierda. El momento estelar de este último combate llega con ¡¡¡un Allende preocupado por la suerte de un Pinochet a quien seguía suponiendo leal!!!: “El pobre Pinochet debe de estar preso”, musitó... En las primeras horas del asedio, el presidente creía que el golpe de estado era ajeno a la voluntad de su colaborador, a quien había designado dieciocho días antes comandante en jefe de las fuerzas armadas tras la renuncia voluntaria de sus más fieles generales, Carlos Prats a la cabeza, al no sentise con autoridad suficiente frente a los militares (pronto) sediciosos y ante la situación de ruptura inminente que se vislumbraba en el ejército. Pinochet se declaró constitucionalista y juró ser defensor y garante de la voluntad del pueblo representada en el gobierno de Unidad Popular encabezado por Allende; ni Judas Iscariote lo hubiese hecho mejor. Tal y como se explica en el documental, cuando finalmente le llega el mazazo, la noticia del bando encabezado por la firma de Pinochet (“la liberación de la patria del yugo marxista”), Allende enmudece, enfoca la mirada hacia el infinito, juega a percutir los dedos de la mano derecha contra la mesa y suspira un descorazonador “tres traidores, tres traidores”. Fue la rúbrica final a un proceso anunciado, a un golpe “inevitable”. La derecha, demostrando una elaborada actitud golpista, nunca aceptó la derrota electoral de 1970 e inició una fase de agitación callejera en alianza con los movimientos fascistas, subvencionados generosamente por la CIA, para convulsionar y perturbar a la sociedad chilena durante casi tres años de guerra económica, persiguiendo desestabilizar al gobierno a través del boicot a la producción por parte de los empresarios e incentivando huelgas que dividiesen a los trabajadores. También desde el parlamento, en manos de la derecha, se rechazaron todos los proyectos de ley propuestos por la izquierda.
Pero la conmoción de este último combate documentado es esta: tras exigir Allende a sus dos hijas que abandonaran La Moneda (las acompañó hasta la puerta: silencio, abrazos; no más; nunca más), llegó la emocionante renuncia de todos sus amigos a dejar el palacio, sugerencia hecha imposición por el presidente ante la imposibilidad de un imposible: resistir contra la rabia asesina de todo un ejército en un infierno de llamas, humo irrespirable, gases lacrimógenos, tuberías rotas, agua hasta las rodillas... Antes de la inevitable y obligada rendición final, nadie se fue: todos optaron por quedarse con él, quizá para siempre (probablemente muertos, podían suponer en ese instante, ante la intimidante presencia de los aviones de guerra bombardeando la sede del gobierno; posteriormente, la mayoría acabaron asesinados o “desaparecidos”), en una decisión tan temeraria como heroica. Básicamente, eran miembros de la policía civil y escoltas del dispositivo de seguridad, un ministro y un exministro de estado, dos médicos, un consejero político, una secretaria, dos periodistas, chóferes... simplemente. Y aguantaron firmes, el palacio desmoronándose, durante más de siete horas desde el anuncio de las primeras noticias: una proeza, y una vergüenza para el ejército chileno, como apunta con sorna uno de los supervivientes. Algunos lo cuentan ahora en estas imágenes, tantos años después, y juran que esa determinación sin asomo de duda les valió para poder mirar a los ojos a sus mujeres e hijos sin sentir nunca vergüenza: “Me tengo respeto por haberme quedado”. A diferencia de las palabras de Pinochet refiriéndose al acuerdo que le podían ofrecer a Allende una vez se hubiese rendido incondicionalmente (“y el avión se cae cuando vaya volando”; conversación interceptada por un radioaficionado), siempre quedará para la historia la grandeza trágica del presidente suicida, a quien nadie pudo asesinar y quien renunció a huir del país cuando, en las primeras horas del alzamiento, tuvo la oportunidad de hacerlo (el edecán del presidente, hombre de confianza, le facilitaba la salida). También resuenan en el infinito de la posteridad sus últimas palabras (“no llenas de amargura sino de decepción... Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida”) emitidas por radio en su gran discurso final: “Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria”. Ahí se ponía punto y final al sueño de un gobierno socialista de y para los trabajadores, quienes mayoritariamente demostraron una fidelidad a prueba de bombas a su presidente, a pesar de todas las presiones y carencias. Así también se ponía en marcha esta memoria obstinada que no olvida, la que se expresa en estas películas, en estos testimonios... “Mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, dijo Allende sabiendo, probablemente, que era lo último que se recordaría de él. De la hiena cobarde de Augusto Pinochet, por el contrario, todos supimos, muchos años después, que, aconsejado por sus abogados, acabó acogiéndose a la demencia como eximente penal para no ser juzgado; ¡¡¡menudo héroe!!! Publicado en Rockdelux 213 (Diciembre 2003)

Último Discurso de Salvador Allende

9:10 A.M.________________________________________________________________________ Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios. Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará. Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

martes, septiembre 10, 2013

Despedida

Jorge Teillier
Me despido de mi mano que pudo mostrar el paso del rayo o la quietud de las piedras bajo las nieves de antaño. Para que vuelvan a ser bosques y arenas me despido del papel blanco y de la tinta azul de donde surgían ríos perezosos, cerdos en las calles, molinos vacíos. Me despido de los amigos en quienes más he confiado: los conejos y las polillas, las nubes harapientas del verano, mi sombra que solía hablarme en voz baja. Me despido de las virtudes y de las gracias del planeta: los fracasados, las cajas de música, los murciélagos que al atardecer se deshojan de los bosques de casas de madera. Me despido de los amigos silenciosos a los que sólo les importa saber dónde se puede beber algo de vino y para los cuales todos los días no son sino un pretexto para entonar canciones pasadas de moda. Me despido de una muchacha que sin preguntarme si la amaba o no la amaba camino conmigo y se acostó conmigo cualquiera tarde de esas en que las calles se llenan de humaredas de hojas quemándose en las acequias. Me despido de una muchacha cuya cara suelo ver en sueños iluminada por la triste mirada de linternas de trenes que parten bajo la lluvia. Me despido de la memoria y me despido de la nostalgia -la sal y el agua de mis días sin objeto- y me despido de estos poemas: palabras, palabras -un poco de aire movido por los labios- palabras para ocultar quizás lo único verdadero: que respiramos y dejamos de respirar.

lunes, septiembre 09, 2013

PARA LLORAR

Vicente Huidobro
Es para llorar que buscamos nuestros ojos Para sostener nuestras lágrimas allá arriba En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día Y sobre nuestra memoria de carne Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada junto a la novia Escondemos nuestra voz de todas las noches Porque acarreamos la desgracia Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras Respiramos más suavemente que el cielo en el molino Tenemos miedo Nuestro cuerpo cruje en el silencio Como el esqueleto en el aniversario de su muerte Es para llorar que buscamos palabras en el corazón En el fondo del viento que hincha nuestro pecho En el milagro del viento lleno de nuestras palabras La muerte está atornillada a la vida Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable El viento abre los ojos de los ciegos Es para llorar para llorar Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras Paloma de nube y de noche De nube en nube y de noche en noche Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios Es para poder llorar es para poder llorar Porque las lagrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde Es para llorar que la vida es tan corta Es para llorar que la vida es tan larga El alma salta de nuestro cuerpo Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles La noche llega a paso de montaña Sobre el piano donde el árbol brota Con sus mercancías y sus signos amargos Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo La ciudad cae en el saco de la noche Desvestida de gloria y de prodigios El mar abre y cierra su puerta Es para llorar para llorar Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino Es para llorar que buscamos la cuna de la luz Y la cabellera ardiente de la dicha Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia Y que no apagamos el fuego del cerebro Es para llorar que la muerte es tan rápida Es para llorar que la muerte es tan lenta

domingo, septiembre 08, 2013

Poema de José María Memet a Periodista Jose Carrasco, asesinado por la dictadura

En un día como hoy, 8 de septiembre, asesinaron a mi amigo José carrasco Tapia (Pepone). Fue secuestrado desde su casa en Santa Filomena, Barrio Bellavista, y llevado hasta un muro del cementerio Parque del Recuerdo para acribillarlo a balazos. Yo escribí un poema "La Animita" que pusimos junto a Silvia, su mujer y varios amigos, en el lugar exacto de su asesinato. Era una pequeña lápida de mármol que pegamos con una mezcla de cemento. La CNI días posteriores, durante la noche, la retiro, más bien la rompió. Semanas después hicimos otra y volvimos a pegarla en el lugar. En tres ocasiones pegamos esa lápida y en 3 ocasiones la destruyeron. Los vecinos nos decían que llegaban en tres autos negros.
LA ANIMITA a José Carrasco Tapia.- Las velas encendidas junto al muro; la brisa, calle arriba, presurosa. Viajan los vilanos por la tierra, van y vienen. Llevan 'cartas', nos dijeron en la infancia; en ellas, hoy se sabe, todo un pueblo dice, reafirma, que no has muerto. Canta un grillo entre las velas, su canto abre la aldaba, la prisión, la fiera noche. La calle en que tú vives se despierta, es primavera. Las flores de un ciruelo golpean en el muro con la fuerza que temen los cobardes. (c) José María Memet, 1986.

sábado, septiembre 07, 2013

Meditación al atardecer

Oscar Hahn
Esta calle que baja dura una eternidad Aquí se cuecen vivos los grandes pensamientos Ha llegado la hora del descanso en que no se descansa Cuando los perros creen en santas y en fantasmas En este punto mi madre y mi hermana preguntaron sin voz ¿Y qué sabes tú de todo eso? Me han enterrado dos veces este otoño mamá En esto el huracán me separo las alas con violencia y el ataúd se rompió. ¿Qué hace mi hermana en el bosque? Su fantasma salió de mis propias cenizas Mi espada quiere beber de su sangre y centellea con ardiente deseo Mi madre es un viento que seca los árboles frutales Y qué sabes tú de todo eso preguntaron sin voz Los niños y las amapolas son inocentes hasta en su maldad recitaron en coro Ahora oigo sonar sus viejas caras Las de mi madre y las de mi hermana La tierra tiene piel y esa piel padece enfermedades replicaron llorando Es cierto hijo que eres una noche de oscuras risas ¿De dónde sacas lo que vomitas? Sal de tus profundidades oye Ahora el sol me derrite y los perros me lamen la piel Eres un charco de muerte en las pesadillas de los condenados al sueño me gritaron las brujas Soy un charco de sueño en las pesadillas de los condenados a muerte queridas En este punto volvieron a decirme sin voz ¿Y qué sabes tú de todo eso? Váyanse al mismo diablo les dije Esta calle que baja no acaba nunca de bajar

viernes, septiembre 06, 2013

Hogar dulce Hogar

Claudio Bertoni
el cáncer la muerte no sería tan mala si se pudiera traer a casa si no hubiera que levantarse si no hubiera que salir de la cama si no hubiera que subirse a una ambulancia si no hubiera que vivir en un hospital si no hubiera que vivir entre desconocidos si no hubiera que prescindir de las frazadas del color de las frazadas de la casa de la temperatura del color de las frazadas de la casa. morir no sería tan malo si todo pasara en la casa y con los de la casa si uno tuviera la suerte de tener una casa lo peor del cáncer y de la muerte son la burocracia y el ajetreo de los cambios de ropa y el frío de los pasillos y el frío de las miradas de los extraños (de los que no sufren porque tú sufres de los que no sufren porque tú vas a morir) y la indiferencia de las calles y de los muros de las calles y la indiferencia mortal del hospital y de todo lo que lame y cubre por dentro a un hospital. morir no sería tan malo sufrir no sería tan malo si se sufriera en la casa si se supiera que nada ni nadie nos sacará -en caso de morir o sufrir- de la casa

jueves, septiembre 05, 2013

Hay un día feliz

Nicanor Parra
A recorrer me dediqué esta tarde Las solitarias calles de mi aldea Acompañado por el buen crepúsculo Que es el único amigo que me queda. Todo está como entonces, el otoño Y su difusa lámpara de niebla, Sólo que el tiempo lo ha invadido todo Con su pálido manto de tristeza. Nunca pensé, creédmelo, un instante Volver a ver esta querida tierra, Pero ahora que he vuelto no comprendo Cómo pude alejarme de su puerta. Nada ha cambiado, ni sus casas blancas Ni sus viejos portones de madera. Todo está en su lugar; las golondrinas En la torre más alta de la iglesia; El caracol en el jardín, y el musgo En las húmedas manos de las piedras. No se puede dudar, éste es el reino Del cielo azul y de las hojas secas En donde todo y cada cosa tiene Su singular y plácida leyenda: Hasta en la propia sombra reconozco La mirada celeste de mi abuela. Estos fueron los hechos memorables Que presenció mi juventud primera, El correo en la esquina de la plaza Y la humedad en las murallas viejas. ¡Buena cosa, Dios mío!; nunca sabe Uno apreciar la dicha verdadera, Cuando la imaginamos más lejana Es justamente cuando está más cerca. Ay de mí, ¡Ay de mí!, algo me dice Que la vida no es más que una quimera; Una ilusión, un sueño sin orillas, Una pequeña nube pasajera. Vamos por partes, no sé bien qué digo, La emoción se me sube a la cabeza. Como ya era la hora del silencio Cuando emprendí mi singular empresa, Una tras otra, en oleaje mudo, Al establo volvían las ovejas. Las saludé personalmente a todas Y cuando estuve frente a la arboleda Que alimenta el oído del viajero Con su inefable música secreta Recordé el mar y enumeré las hojas En homenaje a mis hermanas muertas. Perfectamente bien. Seguí mi viaje Como quien de la vida nada espera. Pasé frente a la rueda del molino, Me detuve delante de una tienda: El olor del café siempre es el mismo, Siempre la misma luna en mi cabeza; Entre el río de entonces y el de ahora No distingo ninguna diferencia. Lo reconozco bien, éste es el árbol Que mi padre plantó frente a la puerta (Ilustre padre que en sus buenos tiempos Fuera mejor que una ventana abierta). Yo me atrevo a afirmar que su conducta Era un trasunto fiel de la Edad Media, Cuando el perro dormía dulcemente Bajo el ángulo recto de una estrella. A estas alturas siento que me envuelve El delicado olor de las violetas Que mi amorosa madre cultivaba Para curar la tos y la tristeza. Cuánto tiempo ha pasado desde entonces No podría decirlo con certeza; Todo está igual, seguramente, El vino y el ruiseñor encima de la mesa, Mis hermanos menores a esta hora Deben venir de vuelta de la escuela: ¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo Como una blanca tempestad de arena!

miércoles, septiembre 04, 2013

EL HOGAR IMPERFECTO

José Maria Memet
La violencia es matemática y es instinto de especies. La felicidad no es efímera porque no depende de circunstancias contingentes. Exiliado de la infancia, de la escuela, de la aldea: la casa desaparece. El hogar es invisible en la mente, aunque en el patio puedas ver a las hormigas rápidas en tranco hacia su propio holocausto. La familia desaparece, es el hogar imperfecto. La manipulación de una lupa por un trío de niños, tú en el triunvirato, los fotones atravesando el cristal y potenciándose. Las hormigas retorciéndose, tratando de escapar. El olor a cadáver, los hornos. A mí que soy poeta – a manera de crítica- suelen decirme que vivo en la Luna. ¿Les he dicho yo – a manera de crítica- que viven en la tierra? ¿He asesinado a alguien en la luna? Soy poeta, no asesino. Para que los hombres no se destruyan, en la aldea o en el mundo, se deben a un respeto mítico. Sin ese respeto nada es trascendente. Cuando se es un hijo de nadie, la casa desaparece. Fue por el respeto mítico y la solidaridad que sobreviví las dictaduras. Cuando una casa desaparece, no hay destino. El destino es el lugar donde estás, no construir ahí es botar el sueño a la basura. Soñar es construir una melodía, la que quieres escuchar. Abre los ojos, no tengas miedo, es tu cantar. Escucha como construyes tu casa, la música que levantas. Qué maravilla el optimismo, que desgracia la voluntad. La voluntad inventa crímenes y los valora como esfuerzo. Entiendan: los motivos políticos, económicos o religiosos de las guerras, son nada más que un pretexto. Los verdaderos motivos son las ganas de matar gente y prenderle fuego al mundo. La casa está ahí. Nuestra felicidad no debiera ser efímera. Felicidad que no dura una eternidad no es felicidad. Ya morí cien veces, cuando morir unas mil veces no era moda. Sólo me queda mirar el crepúsculo frente al mar. La casa no existe pero es perfecta. Los peces saltan en el mar, toda especie nos conoce desde antes. Las mujeres quieren llegar a esta casa, no porque estén enamoradas, si no por que están solas y aman el poder. La poesía quema a las polillas, pero también quema los sueños. El mundo es lo que te queda, es tu casa. El lenguaje es lo que te determina. El exilio es el cáncer de la libertad. La libertad es más sagrada porque sólo necesitas respirar. Incluso si no piensas, eres parte de ella. Pero aún así, la casa desaparece. La familia, los hijos, el perro y el gato, desaparecen. Los asesinados no tienen paz si no existe búsqueda. Enterrar el tiempo requiere cuerpos amados. Si tú fueras víctima, ¿no excavarías la tierra? En América del Sur tenemos pájaros que mueren si los privan de su libertad. Por qué los seres humanos tendríamos que ser menos que un pájaro. La tierra es una casa en el espacio, el hogar imperfecto. Pero en el hogar imperfecto crecen rebeldes. Sin rebeldes los sueños son falacias y el exilio permanente. El hogar de la mentira es el poder y no tiene ideología, sólo lucra y acumula. Los diarios, la tv, cada satélite, te dicen que comprender el pasado pertenece a la imaginación, sin embargo nosotros sabemos que comprender el futuro es hacer el bien a los hombres; pero de lejos, como la luna a la tierra, por algo salimos del mar, ayudados por mareas. Esto en caso que sepas que es el mal o recorras la tierra en busca de un padre. En estos tiempos hay tantos hombres decididos a dejarse atrapar, que a veces cuando despierto a medianoche, me da miedo. Pero me calmo, porque sé que cada noche tiene su mañana.

martes, septiembre 03, 2013

PORQUE ESCRIBÍ

Enrique Lihn
Ahora que quizás, en un año de calma, piense: la poesía me sirvió para esto: no pude ser feliz, ello me fue negado, pero escribí. Escribí: fui la víctima de la mendicidad y el orgullo mezclados y ajusticié también a unos pocos lectores; tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto; una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies. Pero escribí: tuve esta rara certeza, la ilusión de tener el mundo entre las manos —¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco con toda su crueldad innecesaria— Escribí, mi escritura fue como la maleza de flores ácimas pero flores en fin, el pan de cada día de las tierras eriazas: una caparazón de espinas y raíces De la vida tomé todas estas palabras como un niño oropel, guijarros junto al río: las cosas de una magia, perfectamente inútiles pero que siempre vuelven a renovar su encanto. La especie de locura con que vuela un anciano detrás de las palomas imitándolas me fue dada en lugar de servir para algo. Me condené escribiendo a que todos dudarán de mi existencia real, (días de mi escritura, solar del extranjero). Todos los que sirvieron y los que fueron servidos digo que pasarán porque escribí y hacerlo significa trabajar con la muerte codo a codo, robarle unos cuantos secretos. En su origen el río es una veta de agua —allí, por un momento, siquiera, en esa altura— luego, al final, un mar que nadie ve de los que están braceándose la vida. Porque escribí fui un odio vergonzante, pero el mar forma parte de mi escritura misma: línea de la rompiente en que un verso se espuma yo puedo reiterar la poesía. Estuve enfermo, sin lugar a dudas y no sólo de insomnio, también de ideas fijas que me hicieron leer con obscena atención a unos cuantos psicólogos, pero escribí y el crimen fue menor, lo pagué verso a verso hasta escribirlo, porque de la palabra que se ajusta al abismo surge un poco de oscura inteligencia y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados. Porque escribí no estuve en casa del verdugo ni me dejé llevar por el amor a Dios ni acepté que los hombres fueran dioses ni me hice desear como escribiente ni la pobreza me pareció atroz ni el poder una cosa deseable ni me lavé ni me ensucié las manos ni fueron vírgenes mis mejores amigas ni tuve como amigo a un fariseo ni a pesar de la cólera quise desbaratar a mi enemigo. Pero escribí y me muero por mi cuenta, porque escribí porque escribí estoy vivo.

lunes, septiembre 02, 2013

COMUNICADO

Rodrigo Lira
A la Gente Pobre se le comunica Que hay Cebollas para Ella en la Municipalidad de Santiago. Las Cebollas se ven asomadas a unas ventanas desde el patio de la I. Municipalidad de Santiago. Tras las ventanas del tercer piso se divisan unas guaguas en sus cunas y por las que están un poco más abajo se ve algo de las Cebollas para la Gente Pobre. Para verlas hay que llegar a un patio al patio con dos Arboles bien verdes después de pasar por el lado de una como jaula con una caja que sube y baja después de atravesar una sala grande con piso de baldosas y con tejado de vidrio con unas señoritas detrás de unos como mostradores después de subir unas escaleras bien anchas después de pasar unas puertas grandes en la esquina de una plaza que se llama”de Armas”, en la esquina del lado izquierdo de una estatua de un señor a caballo, de metal, con la espada apernada al caballo para que no se la roben y hagan daño. Ahí, debajo de las ventanas con las guaguas, están las Cebollas. No sé si podra conseguir unas poquitas. El caballero que maneja el ascensor ese, con paredes de reja, me dijo que eran para la gente pobre. Después, dijo algo del Empleo Mínimo. Yo tenía que irme luego a comprar un plano de Santiago y una máquina de escribir. (Sucedido y escrito en junio de 1979).

domingo, septiembre 01, 2013

CONFESIONES

ARMANDO RUBIO H.
Soy bestia umbilical, delgada y andariega, con un aire de pájaro en la calle. Atado a los semáforos por ley irrevocable. Suelo ser atacado por mis hábitos y por los vendedores ambulantes que me auscultan la cara de bar destartalado y decadente. Amo la ciudad más que a nadie: las calles y edificios, noches pobladas de mamíferos domésticos y astutos, que transitan por bares, y beben, y comen, y se ríen, y se ríen, y se mueren. Soy bestia siempre en celo, pájaro individual, enfermo. Confiado ciegamente en mis zapatos, no me pierdo un detalle de lo que está pasando, que es muy grave. Me entristecen los hombres, me deprimen sus orejas, sus dientes, y las blandas extremidades; las ojeras; y los rostros desérticos, tortuosos; bigotes, anteojos, pelos, anillos, monedas; cigarros defendidos contra viento y marea; el fraudulento pudor de las camisas; y el orgullo, ese orgullo inconcebible... Sobre todos, los hombres que van solos por el mundo, unánimes espaldas, hombros, rabia. ¡Voltear los autobuses, y tocarles la oreja a los absurdos transeúntes, saber de abuelas suyas y de hermanas, y de la fecha atroz en que nacieron! Cordialmente aborrezco a los hombres de gafas, que saludan suficientes, constreñidos, con una mano blanda, lisa, como de nieve, y se vuelven, y mueren de cara ante el periódico; a todos los que pasan las horas entre muslos y aguardientes perpetuando la fiesta de este mundo. Extraña la ciudad cuando parece no haber nadie, ni voces de Zutano o Mengano, cuando una sombra inmensa, resollando se descuelga de muros, y se manda a cambiar, de una vez por todas, hacia un patio sin hambre; aunque haya transeúntes con ojos de paloma y pecho duro, y algunos que se tienden en las calles con un olor a muertos y a padre avejentado por sus sueños. Ninguna novedad hoy en la tarde. La ciudad y su curso inevitable. Yo, bestia umbilical, pájaro enfermo, he de seguir de noche atado al parpadear de los semáforos, a la misma ciudad donde parece que ya no habita nadie.